15 palestinos, incluidos 4 menores, murieron por hambre en las últimas 24 horas en Gaza, según informó el Ministerio de Salud del enclave palestino este Martes 22 de julio de 2025. La hambruna crece y crece en la Franja, donde las muertes ocurrieron en distintas zonas del sur y centro, afectadas por el bloqueo israelí y la escasez de alimentos que han sumido a la población en una crisis de desnutrición sin precedentes. Desde octubre de 2023, al menos 101 personas, 80 de ellas niños y niñas, han fallecido por causas directamente relacionadas con la inanición.
Lejos de ser un efecto colateral de la «guerra», el hambre en Gaza se ha convertido en una herramienta de represión colectiva. Organizaciones internacionales como la ONU, Médicos Sin Fronteras y Amnistía Internacional han advertido repetidamente sobre el uso del hambre como arma de guerra, una práctica que viola el derecho internacional humanitario.
El rostro más cruel de la desnutrición
La niñez en Gaza enfrenta una realidad devastadora. La directora de ayuda humanitaria de Save the Children, Rachel Cummings, denunció desde Deir al-Balah que cada vez llegan más niños a las clínicas en condiciones críticas. Muchos de ellos están visiblemente desnutridos, al igual que mujeres embarazadas y madres lactantes, lo que agrava aún más el ciclo de vulnerabilidad.
Cummings relató escenas desesperadas: niños deambulando con recipientes vacíos en busca de agua o alimentos, mercados vacíos, y condiciones sanitarias insuficientes para atender a más de dos millones de personas. “Todo el mundo tiene hambre en Gaza, incluso mi propio equipo está afectado”, declaró. Esta frase resume con crudeza la gravedad de una emergencia que avanza sin freno ante la indiferencia internacional.

En los centros de salud de emergencia, los médicos advierten que los cuerpos de muchos niños muestran signos de atrofia muscular severa, piel pegada al hueso y debilidad extrema, síntomas de una hambruna prolongada. Algunos menores han perdido hasta el 30% de su peso corporal. Los profesionales enfrentan no solo la falta de insumos médicos, sino también la imposibilidad de ofrecer una alimentación terapéutica adecuada. “Estamos viendo cuadros de desnutrición que no se veían desde las hambrunas más severas del siglo pasado”, alertó un pediatra voluntario de Médicos Sin Fronteras, quien también denunció la imposibilidad de evacuar a los casos más críticos debido al cierre de fronteras y el colapso total de los sistemas de traslado humanitario.
Ayuda humanitaria manipulada: el riesgo de morir buscando comida
Uno de los aspectos más perturbadores de esta crisis es la manera en que se gestiona la asistencia humanitaria. A pesar de que Israel anunció la apertura parcial de corredores en mayo, la entrada de ayuda ha sido limitada, controlada y, en muchos casos, letal. La distribución está siendo ejecutada por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), una organización cuestionada por operar bajo intereses políticos y militares, y no bajo principios de neutralidad.

En lugar de proteger a la población civil, estos centros de GHF, agravan su vulnerabilidad, al funcionar como una extensión del control militar sobre la vida cotidiana en Gaza. El acceso a alimentos ha dejado de ser un derecho humano garantizado y se ha transformado en un privilegio condicionado, manipulado con fines estratégicos.
El pasado domingo fue uno de los días más trágicos: más de 90 personas murieron mientras intentaban obtener alimentos en puntos de distribución. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el convoy que transportaba comida fue atacado por fuerzas israelíes mientras miles de civiles esperaban. Tanques, francotiradores y fuego abierto contra una multitud hambrienta marcaron ese día.

Desde mayo, más de 800 palestinos han muerto intentando acceder a la ayuda, un dato que refuerza las denuncias de que la distribución de insumos se ha convertido en una trampa mortal.
La Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés) es un plan impulsado por Israel y respaldado por Estados Unidos, que según Tom Fletcher, coordinador de ayuda de la ONU, es «un encubrimiento para mayor violencia y desplazamiento» de palestinos. Fletcher calificó la GHF como «una parodia cínica». Además, TRIAL International, ONG suiza que apoya a víctimas de crímenes de guerra, solicitó una investigación en Suiza para determinar si la fundación cumple con el derecho suizo e internacional humanitario.
Un clamor global ignorado: ayuda bloqueada y camiones varados
Mientras los organismos internacionales alertan sobre el colapso inminente, la ayuda sigue retenida. La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) informó que cientos de camiones con alimentos están varados en la frontera egipcia, sin permiso para ingresar. El Consejo Noruego para los Refugiados confirmó que no ha ingresado un solo convoy humanitario en los últimos 142 días.

El hambre crece a la par del silencio. Los precios de productos básicos como la harina se han disparado, y el 85% de los camiones con ayuda han sido destruidos o bloqueados, lo que deja a Gaza al borde de una catástrofe de dimensiones históricas.
El uso del hambre como arma: un crimen que no puede quedar impune
El uso del hambre como método de guerra es una violación flagrante del derecho internacional. Castigar a una población entera restringiendo el acceso a lo esencial para vivir, (agua, comida, medicina), constituye un crimen de guerra, según el Estatuto de Roma y los Convenios de Ginebra.
Más de 165 organizaciones humanitarias han pedido el cese inmediato del programa operado por GHF, y han exigido que se abran corredores humanitarios seguros. Sin embargo, los llamados no han sido respondidos. El hambre sigue matando lentamente a quienes han sobrevivido a los bombardeos.
La narrativa debe cambiar. Gaza no sufre una crisis natural ni accidental. Lo que ocurre es el resultado directo de decisiones políticas que eligen el castigo a una población. El silencio y la inacción de la comunidad internacional solo agravan una tragedia que cada día suma nuevas víctimas, especialmente menores.
Negar el acceso a alimentos y disparar contra quienes los buscan es una barbarie, no una política de defensa. Gaza necesita ayuda urgente, pero sobre todo necesita justicia. Y esa justicia comienza con llamar las cosas por su nombre: lo que ocurre no es solo una emergencia humanitaria. Es un crimen que no puede quedar impune.
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