Los talibanes en Afganistán, ha eliminado más de 400 libros desde 2021 como parte de una purga literaria que busca erradicar textos considerados ‘contrarios a la sharia’ y a los valores culturales del país. La medida, ejecutada a través de una comisión del Ministerio de Información y Cultura, afecta tanto a librerías como a bibliotecas y mercados, consolidando el control cultural desde su regreso al poder.
Un régimen que busca reconfigurar la narrativa
Tras asumir el control del país en agosto de 2021, los talibanes han intensificado sus esfuerzos para imponer su interpretación de las normas islámicas en todos los aspectos de la vida, incluido el acceso a la literatura. La creación de una comisión especial encargada de revisar los textos literarios marcó el inicio de esta campaña de censura, que ahora se extiende a nivel nacional.
Libros prohibidos: Obras internacionales y locales en la mira
La lista negra incluye obras internacionales como Jesús, hijo del hombre, del libanés Khalil Gibran, señalada por «expresiones blasfemas», y El ocaso de los dioses orientales, del escritor albanés Ismail Kadare. Además, textos de autores afganos, como Afganistán y la región: una perspectiva de Asia Occidental, de Mirwais Balkhi, también han sido vetados por promover ideas consideradas perjudiciales para el régimen.
Uno de los criterios clave para la eliminación de libros es la inclusión de imágenes de seres vivos, lo cual está prohibido bajo ciertas interpretaciones del islam. Estas restricciones han generado incertidumbre y miedo entre los libreros, quienes deben ajustar sus inventarios para evitar sanciones.
El impacto de la purga literaria
La eliminación de libros tiene consecuencias directas en la diversidad cultural y el acceso al conocimiento. Los libreros afganos enfrentan presiones para deshacerse rápidamente de títulos prohibidos, mientras que los lectores ven limitada su capacidad para acceder a ideas diversas y críticas. Un editor en Kabul describió el ambiente actual como «opresivo», afirmando que la censura ha sofocado cualquier intento de expresar opiniones contrarias al régimen.
Bloqueo a mujeres y niñas: Escritoras silenciadas y lectoras excluidas
La purga literaria no solo ha afectado a autores y libreros, sino que también ha reforzado la exclusión de mujeres y niñas del ámbito cultural. Desde que los talibanes retomaron el poder, se han implementado restricciones severas que limitan su acceso a la educación, a las bibliotecas y a la escritura.
#Afganistán 🇦🇫 Los talibanes revierten la decisión de de abrir las escuelas para las alumnas afganas. Muchas tuvieron que regresar a sus casas. Desde agosto del año pasado no han podido recibir clases. 📷AFP#Afghanistan #AfghanWomen #afganistanwoman #HumanRights pic.twitter.com/Lr3xWzMkJx
— Historiente (@historiente) March 23, 2022
Mujeres escritoras, quienes ya enfrentaban desafíos en contextos conservadores, han visto cómo sus obras son eliminadas o prohibidas por considerarse «inapropiadas» bajo la interpretación del régimen. Muchas de ellas se ven obligadas a escribir bajo seudónimos o abandonar su oficio, temiendo represalias. Por su parte, las lectoras, especialmente niñas y adolescentes, han quedado fuera de espacios educativos y culturales, lo que perpetúa un ciclo de silencio y marginación.
Un ejemplo claro de este bloqueo es la prohibición a mujeres de asistir a universidades y otros centros educativos, una política que restringe no solo el aprendizaje formal, sino también el acceso a la literatura como herramienta de empoderamiento. «Nos han arrebatado no solo los libros, sino también la posibilidad de soñar», afirmó una joven lectora en Kabul que, bajo anonimato, expresó su frustración.
Contraste con el pasado reciente
Durante el gobierno anterior, respaldado por fuerzas internacionales, Afganistán vivió un breve periodo de mayor apertura cultural. Aunque no estuvo exento de problemas, las restricciones eran menos severas, permitiendo un intercambio más libre de ideas. Con el regreso de los talibanes, esa libertad se ha reducido drásticamente, devolviendo al país a un estado de censura generalizada.
Para llenar el vacío dejado por los libros confiscados, las autoridades han distribuido copias del Corán y otros textos religiosos aprobados. Esta medida busca reforzar la narrativa oficial y suprimir cualquier posibilidad de disenso o pensamiento crítico.
Un llamado a la comunidad internacional
La purga literaria en Afganistán es un ataque directo a la libertad de expresión, un derecho fundamental que trasciende fronteras. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de visibilizar esta situación y abogar por políticas que protejan el acceso al conocimiento en contextos de represión autoritaria.
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