Bashar al-Assad intensifica ofensiva militar en Siria y culpa a Israel y EU de fomentar el ‘terrorismo’

Bashar al-Assad asegura que la crisis es una estrategia de Israel y Estados Unidos
Bashar al-Assad asegura que la crisis es una estrategia de Israel y Estados Unidos

En medio de una escalada militar en el norte de Siria, Bashar al-Assad, presidente del régimen sirio, anunció el domingo una intensificación de su ofensiva para eliminar lo que calificó como ‘terrorismo’ en la región. Durante una llamada oficial, el mandatario acusó a Israel y Estados Unidos de ser responsables de desestabilizar el país mediante el apoyo a grupos insurgentes. Mientras tanto, el respaldo de Rusia e Irán continúa siendo un pilar crucial para Damasco, en un panorama que pone en jaque la estabilidad del Medio Oriente.

La ofensiva de Bashar al-Assad en el norte de Siria

En medio de un contexto de violencia creciente, Bashar al-Assad reafirmó su decisión de utilizar la fuerza para eliminar lo que denominó como ‘terrorismo’ en el norte de Siria. La región, que abarca zonas estratégicas como Alepo e Idlib, ha sido escenario de intensos enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y facciones islamistas lideradas por el Organismo de Liberación del Levante (HTS, por sus siglas en inglés).

En un comunicado difundido por la agencia estatal siria SANA, Assad subrayó: “El terrorismo sólo entiende el lenguaje de la fuerza, y es con este lenguaje que lo eliminaremos, sin importar quién lo respalde.” Estas declaraciones reflejan una postura contundente frente a los avances insurgentes, que en los últimos días han tomado el control de áreas clave en el noroeste del país.

Rusia e Irán: Aliados estratégicos del régimen sirio

El apoyo de Rusia e Irán ha sido determinante para el régimen de Assad en su lucha por mantener el control territorial. Desde 2015, la intervención militar rusa ha permitido al gobierno sirio recuperar gran parte del territorio perdido durante los primeros años del conflicto. En este contexto, la aviación rusa ha intensificado sus bombardeos sobre posiciones insurgentes, reafirmando su compromiso con Damasco.

Por su parte, Irán ha mantenido su respaldo político y militar al régimen. El ministro de Exteriores iraní, Abás Araqchí, visitó Damasco recientemente para expresar el apoyo de Teherán, acusando a Israel de ser el principal promotor de la crisis en Siria. Estas alianzas refuerzan la capacidad del gobierno sirio para resistir los embates insurgentes y consolidar su posición en el escenario internacional.

Acusaciones contra Israel y EU.: ¿Desestabilización deliberada?

En su discurso, Assad no dudó en culpar a Israel y Estados Unidos de fomentar la inestabilidad en Siria mediante el respaldo a grupos armados que, según el mandatario, operan bajo el paraguas del ‘terrorismo’. Esta narrativa no es nueva, pero cobra relevancia en un contexto donde las tensiones geopolíticas en el Medio Oriente están al rojo vivo.

Según analistas internacionales, estas acusaciones buscan justificar las acciones militares del régimen y consolidar el apoyo de sus aliados estratégicos, presentando a Siria como una víctima de una conspiración occidental.

El papel de las facciones insurgentes

La reciente ofensiva en el norte de Siria ha sido liderada por el HTS, una coalición de grupos islamistas que ha ganado terreno en regiones clave como Alepo e Idlib. Estos avances representan un desafío significativo para el gobierno de Assad, que ha desplegado refuerzos y recursos militares en un intento por frenar el avance insurgente.

Sin embargo, la situación sigue siendo volátil. Según informes del Ejército sirio, se han logrado recuperar algunas áreas estratégicas en la provincia de Hama, pero los enfrentamientos continúan. Maardes, una localidad en la autopista M5, ha sido identificada como un punto crítico en esta batalla, dada su importancia para la logística y el transporte en la región.

La crisis humanitaria: Un costo devastador

Mientras las fuerzas en conflicto se enfrentan en el terreno, la población civil sigue pagando el precio más alto. Desde el inicio de la guerra en 2011, cientos de miles de personas han perdido la vida, y millones han sido desplazadas, creando una de las peores crisis humanitarias del siglo XXI.

Organismos internacionales han llamado repetidamente a una solución política para poner fin a la violencia, pero la realidad en el terreno muestra que esta posibilidad sigue siendo remota. Con las potencias internacionales profundamente involucradas en el conflicto, encontrar un consenso parece cada vez más complicado.

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