Una mujer iraní fue castigada con 74 latigazos en Teherán, Irán, después de ser arrestada por la policía de la moralidad por negarse a usar el hijab obligatorio. El incidente, ocurrido recientemente, refleja el endurecimiento de las medidas represivas del régimen contra las mujeres que desafían las estrictas normas de vestimenta.
La policía de la moralidad: Brazo opresor del régimen iraní
La llamada policía de la moralidad, oficialmente conocida como Gasht-e Ershad, tiene la tarea de imponer los códigos de vestimenta obligatorios bajo la interpretación del régimen de las leyes islámicas. Aunque justificada como una medida para preservar los valores culturales y religiosos, su actuar ha sido ampliamente criticado por organizaciones de derechos humanos debido a sus métodos brutales y arbitrarios.
Las mujeres en Irán enfrentan detenciones violentas, hostigamiento físico y psicológico, y en casos extremos, castigos como el de esta mujer, quien fue flagelada públicamente como advertencia a otras que se atrevan a desafiar estas imposiciones.
La difusión de esta historia
La historia sobre esta mujer iraní fue compartida por la activista iraní Masih Alinejad; Alinejad compartió un desgarrador video en X, enviado por la misma mujer, mostrando las graves heridas que le provocaron los latigazos. En el clip, la mujer, cuya identidad permanece en anonimato, muestra su espalda magullada, con marcas de color rojo violáceo y cicatrices visibles en sus muslos. Alinejad reveló que, tras ser arrestada por resistirse al uso del hijab, la mujer fue sometida a varias audiencias judiciales antes de ser condenada a este brutal castigo. Alinejad, en su publicación, expresó:
«Este video muestra las cicatrices de una mujer de Teherán que fue azotada por el ‘delito’ de mostrar su cabello. A pesar del sufrimiento, ella se niega a quedarse en silencio».
También compartió una imagen en la que la mujer, con el lema «Mujer, vida, libertad», desafía al régimen con su acto de valentía.
This is the brutal reality of life for women under the Islamic Republic in Iran. A woman in Tehran sent me this photo of her scarred back, flogged for the “crime” of showing her hair. Yet, she refuses to be silenced.
— Masih Alinejad 🏳️ (@AlinejadMasih) December 1, 2024
Holding a Woman, Life, Freedom slogan, she took this photo as… pic.twitter.com/7q8A6lZINx
La difusión de este caso a través de activistas como Masih Alinejad es un recordatorio del costo humano que implica la resistencia, pero también de la fuerza y determinación de quienes luchan por sus derechos, a pesar de las amenazas y la violencia a las que se enfrentan diariamente.
La conexión con las protestas de 2022: El eco de «Mujer, Vida, Libertad»
El caso se enmarca en un contexto más amplio de opresión que se intensificó después de las protestas masivas de 2022, originadas por la muerte de Mahsa Jina Amini, una joven arrestada por usar el hijab de manera supuestamente inapropiada. Su muerte, bajo custodia policial, encendió un movimiento de protesta que desafió al régimen y atrajo la atención internacional.
Desde entonces, las autoridades han endurecido las leyes y han recurrido a tecnologías avanzadas como el reconocimiento facial para identificar y monitorear a quienes no cumplen con las normas. Estas medidas buscan evitar que la resistencia de las mujeres iraníes vuelva a generar protestas masivas, pero al mismo tiempo han fortalecido la percepción global de un gobierno que oprime sistemáticamente a la población femenina.
Nuevas estrategias represivas hacia la mujer iraní: Tecnología y reeducación forzada
El régimen iraní no solo ha intensificado la vigilancia mediante patrullas físicas, sino que también ha implementado el uso de tecnología para reforzar el control. Cámaras con reconocimiento facial se han instalado en espacios públicos para rastrear a las mujeres que no cumplen con el hijab obligatorio.
Además, las autoridades han anunciado la creación de clínicas para “reeducar” a las mujeres que no usen el velo, argumentando que ofrecerán tratamiento “científico y psicológico” para corregir lo que consideran un comportamiento desviado. Estas iniciativas han sido señaladas como un intento de reforzar la opresión bajo la apariencia de una intervención médica.
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