El régimen de Bashar al-Assad en Siria colapsó las primeras horas de este domingo 8 de diciembre de 2024 en la capital, Damasco, cuando grupos rebeldes tomaron el control de la ciudad tras una serie de avances estratégicos. Este evento, protagonizado por facciones opositoras al gobierno de Assad, marca el fin de un régimen autoritario que gobernó el país durante 61 años, dejando un profundo impacto en el panorama político y social de Medio Oriente.
🇸🇾 | #ÚLTIMAHORA: Medios árabes informan que el presidente Bashar Al Assad ha huido del país con destino desconocido. #Syria #Siria #Damasco #Damascus #BasharAlAssad pic.twitter.com/DIj2bxVPnT
— Historiente (@historiente) December 8, 2024
La historia del régimen Baathista: Del ascenso al declive
El Partido Baath Árabe Socialista llegó al poder en el país sirio en 1963 tras un golpe militar. Su visión panarabista y socialista sirvió como bandera para consolidar su dominio político en un país marcado por tensiones étnicas y religiosas. En 1970, Hafez al-Assad asumió el control del partido mediante un golpe interno, estableciendo un régimen autoritario que se mantuvo intacto hasta su muerte en el año 2000.
Con la llegada al poder de Bashar al-Assad, hijo de Hafez, se esperaba un cambio hacia la modernización y la apertura. Sin embargo, el nuevo líder mantuvo las políticas represivas de su padre, exacerbando las tensiones internas. Las protestas que estallaron en 2011 como parte de la Primavera Árabe derivaron en una guerra civil prolongada, que debilitó progresivamente al régimen.
La caída de Damasco
El colapso final del régimen ocurrió cuando fuerzas rebeldes ingresaron a Damasco, la capital del país sirio y bastión del poder Baathista. Los insurgentes declararon el inicio de una nueva era en un comunicado difundido a través de plataformas como Telegram, proclamando: ‘El tirano Bashar al-Assad ha huido del país. Siria está libre.’
Además, los rebeldes anunciaron la liberación de miles de prisioneros políticos, un acto simbólico que busca consolidar su legitimidad frente a la población y la comunidad internacional. Aunque el paradero de Assad sigue siendo incierto, su salida del escenario político representa el fin de una era de autoritarismo que marcó profundamente la historia reciente del país sirio.
La huida de Bashar al-Assad
El momento más simbólico del colapso del régimen Baathista fue la aparente huida de Bashar al-Assad, quien abandonó la capital tras la entrada de las fuerzas rebeldes. Fuentes no oficiales informaron que el exmandatario dejó Damasco en las primeras horas del domingo, probablemente rumbo a un país aliado. Hasta el momento, se desconoce su paradero exacto, pero su ausencia refuerza la narrativa de su derrota y pone fin a una era marcada por su régimen autoritario.
Bashar al-Assad enfrentó múltiples acusaciones de crímenes de guerra por parte de organismos internacionales, incluidos bombardeos indiscriminados contra civiles, ataques químicos en zonas urbanas y la represión violenta de disidentes. Desde el inicio de la guerra civil en 2011, su régimen implementó tácticas brutales para silenciar la oposición, incluyendo el uso de armas prohibidas como el gas sarín y cloro, lo que dejó miles de muertos y desplazados.
Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional documentaron prácticas sistemáticas de tortura en las prisiones controladas por el régimen. Exdetenidos y testigos denunciaron abusos como golpizas, descargas eléctricas, violencia sexual y privación de alimentos en centros de detención como Saydnaya, conocido como uno de los lugares más inhumanos del mundo.
La huida de Assad no solo refleja el derrumbe de su poder político, sino también la pérdida de legitimidad ante la comunidad internacional y el pueblo sirio. Durante años, el líder fue el rostro de un gobierno que resistió sanciones, presiones diplomáticas y conflictos internos. Sin embargo, su salida evidencia el agotamiento de un sistema que se sostenía sobre una estructura militar y de seguridad debilitada por años de guerra civil.
El futuro de Siria: Esperanza y desafíos
El fin del régimen Baathista no solo representa una victoria para los rebeldes, sino también un desafío monumental. Siria enfrenta ahora la titánica tarea de reconstruir un país devastado por la guerra, con millones de minorías, desplazados internos y refugiados. La proclamación de una ‘Siria Libre’ genera esperanza entre la población, pero también plantea preguntas sobre la estabilidad y la gobernanza en el futuro inmediato.
Por otro lado, el impacto geopolítico de este cambio no puede subestimarse. Siria, situada en una región estratégica, ha sido durante décadas un punto focal para las rivalidades entre potencias como Rusia, Irán, Turquía y Estados Unidos. La caída del régimen baathista podría reconfigurar las alianzas regionales y globales, alterando el equilibrio de poder en el Medio Oriente.
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