Palestinos comen hojas de plantas, hierbas y restos de cultivos para sobrevivir en Gaza, donde la emergencia humanitaria ha alcanzado niveles críticos. Esta semana, el director de la Sociedad de Ayuda Médica en Gaza, Bassam Zaqout, denunció que miles de familias no tienen acceso a alimentos básicos debido al bloqueo militar impuesto desde hace meses. En julio de 2025, la Franja alberga a más de 2.1 millones de personas atrapadas entre la guerra, el hambre y el colapso total de los servicios.
Una crisis alimentaria provocada por decisiones políticas
A diferencia de las catástrofes naturales, la hambruna en Gaza no es un accidente: es el resultado de un bloqueo prolongado que impide la entrada de alimentos, combustible, agua potable y medicamentos. Desde octubre de 2023, el conflicto armado ha intensificado las restricciones, dejando a la población sin medios para subsistir.
Organismos internacionales, como la ONU y la OMS, han advertido que la situación en Gaza representa una de las peores crisis alimentarias del mundo. Más de 470 mil personas viven en condiciones de inanición. Se trata de una emergencia silenciosa, a menudo invisibilizada, pero cuyas consecuencias son devastadoras para una población que ya enfrentaba años de precariedad y encierro.
El hambre como arma: una violación a los derechos humanos
Los testimonios de organizaciones médicas y de derechos humanos coinciden: lo que está ocurriendo en Gaza no es solo una crisis humanitaria, sino una violación sistemática del derecho internacional humanitario. La utilización del hambre como arma de guerra, al impedir deliberadamente la entrada de ayuda, constituye un crimen de guerra según los convenios de Ginebra.
Bassam Zaqout declaró a medios internacionales: “Todos padecen hambre en Gaza. Esta situación debe detenerse”. El hecho de que los niños coman hierba, las madres hiervan hojas para engañar al estómago vacío de sus hijos, y los adultos rebusquen entre los cultivos quemados, refleja una deshumanización profunda y alarmante.
Malnutrición, enfermedades y una infancia condenada
La desnutrición aguda severa está afectando gravemente a la infancia palestina en Gaza. Miles de niñas y niños enfrentan un riesgo elevado de muerte por enfermedades infecciosas comunes como diarrea, neumonía o sarampión. Sin una alimentación adecuada desde hace meses, sus sistemas inmunológicos se han debilitado al punto de no poder responder a infecciones que en otros contextos serían fácilmente tratables.
A esta situación se suma el colapso del sistema sanitario. La falta de vacunas, antibióticos, agua potable y servicios médicos básicos deja a las familias sin herramientas para enfrentar brotes o emergencias cotidianas. En hospitales sin electricidad y con suministros agotados, muchos menores no reciben la atención mínima necesaria para sobrevivir.
Consumir hojas de plantas, hierbas silvestres y restos de cultivos representa un grave riesgo para la salud, especialmente en contextos de desnutrición severa como el que atraviesa la población palestina en Gaza. Estas fuentes improvisadas de alimento no solo carecen de los nutrientes esenciales que el cuerpo necesita para sobrevivir, sino que además pueden contener toxinas naturales, pesticidas, bacterias o parásitos peligrosos.
En organismos debilitados, su ingesta puede provocar intoxicaciones, diarreas agudas, infecciones intestinales y daños hepáticos o renales. En el caso de los niños palestinos, cuyos sistemas inmunológicos ya están comprometidos por la malnutrición, estas complicaciones pueden resultar letales. La falta de acceso a agua limpia y atención médica agrava aún más el peligro, convirtiendo esta medida de supervivencia en una amenaza directa para la vida.
Más allá del presente, los efectos de la desnutrición prolongada son devastadores a largo plazo. El retraso en el crecimiento físico, el deterioro cognitivo y una mayor vulnerabilidad a enfermedades crónicas marcarán el desarrollo de toda una generación. Si no se actúa de forma urgente, el impacto será irreversible y afectará no solo la salud, sino también las oportunidades de vida de miles de menores palestinos.
Ayuda retenida: camiones cargados con alimentos que no cruzan
Mientras la población palestina agoniza de hambre, miles de toneladas de ayuda humanitaria permanecen inmovilizadas en los cruces fronterizos de Rafah y Kerem Shalom. La OMS ha declarado que sus suministros están listos para ser entregados, pero que las condiciones impuestas por las autoridades israelíes impiden garantizar una distribución segura y efectiva.
Esto no solo retrasa la atención médica oportuna, sino que impide salvar vidas. Las fórmulas infantiles, los antibióticos y los alimentos terapéuticos que podrían revertir la desnutrición severa en los menores no llegan a quienes más los necesitan. Cada día de espera significa muertes evitables.
Alto al fuego, corredores humanitarios y responsabilidad internacional
La Organización Mundial de la Salud ha urgido a la comunidad internacional a presionar por un alto al fuego inmediato, la liberación de rehenes y el acceso sin restricciones a Gaza. La negación de ayuda humanitaria debe cesar, y los Estados tienen la responsabilidad de exigir el cumplimiento del derecho internacional.
Además de la urgencia inmediata, esta crisis interpela el futuro de toda una generación. No se trata solo de sobrevivir hoy, sino de evitar que miles de niños crezcan marcados por el hambre, la enfermedad y la pérdida total de esperanza. Gaza no necesita compasión mediática temporal: necesita acción política sostenida y justicia.
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