El miércoles 23 de julio, en Jerusalén Occidental, cientos de judíos ultraortodoxos protagonizaron enfrentamientos con la policía israelí tras protestar por el arresto de tres jóvenes de su comunidad acusados de evadir el reclutamiento militar. Las manifestaciones, que se extendieron a otras ciudades como Bnei Brak, Beit Shemesh y Modiin, reflejan una creciente tensión interna en Israel mientras continúan los ataques en Gaza.
Los manifestantes, conocidos como haredim, bloquearon carreteras, rezaron en las calles y portaron carteles rechazando lo que consideran una “imposición militar” contraria a su fe. La policía declaró ilegales varias de estas protestas y actuó con fuerza para dispersarlas, lo que intensificó la confrontación. Los tres detenidos fueron entregados a la policía militar, marcando un hecho sin precedentes en la historia del país.
La actual ola de protestas haredim revela una contradicción en el sistema israelí: un Estado que se declara democrático, pero reprime la disidencia cuando desafía sus intereses militares.
Conflicto interno en ascenso: el caso de los judíos ultraortodoxos
Durante los últimos días, Israel ha sido escenario de crecientes manifestaciones protagonizadas por miembros de la comunidad judía ultraortodoxa, también conocidos como haredim. Las protestas surgieron tras el arresto de tres hombres jóvenes que se negaron a cumplir con el servicio militar obligatorio. Este hecho, calificado como inédito por medios locales, ha desatado bloqueos de carreteras, enfrentamientos con la policía y gran descontento que se extiende por varias ciudades del país, incluyendo Jerusalén Occidental, Bnei Brak, Ashkelon, Beit Shemesh y Modiin.

Los manifestantes se oponen frontalmente a la intención del gobierno israelí de imponer el alistamiento a su comunidad, amparándose en décadas de exención legal basada en el estudio religioso. Sentados en las calles, sosteniendo carteles y rezando, los haredim han denunciado lo que consideran una persecución estatal contra sus derechos religiosos y su modo de vida. La policía, por su parte, declaró varias protestas como ilegales y procedió a dispersarlas mediante el uso de la fuerza.
Muchos haredim rechazan el servicio militar por motivos religiosos, pero también por convicción política: se oponen al sionismo secular y no reconocen al Estado moderno de Israel como legítimo desde una perspectiva espiritual. Además, diversos líderes haredim, tanto en Israel como en comunidades del extranjero, han condenado públicamente los ataques contra la población palestina en Gaza y Cisjordania, denunciando que la violencia militar contradice los principios del judaísmo.

Este conflicto interno ocurre en un contexto de ataques prolongados contra Gaza, lo que ha agudizado las tensiones sociales y políticas dentro del propio Israel.
Una exención histórica bajo amenaza: fin del pacto tácito de 1948
Desde la fundación del Estado de Israel, la comunidad ultraortodoxa ha contado con una exención del servicio militar obligatoria, siempre que sus miembros se dedicaran de tiempo completo al estudio de la Torá. Esta concesión ha sido parte de un acuerdo no escrito que permitió cierta coexistencia entre el Estado laico y los sectores religiosos.
Sin embargo, el reciente fallo de la Corte Suprema israelí, emitido el pasado 25 de junio, ordenó el fin de las ayudas económicas a las instituciones religiosas cuyos estudiantes no se alisten en el ejército. Esta decisión ha sido percibida como una amenaza directa a la autonomía espiritual de los haredim, quienes consideran que portar armas y participar en acciones militares contradice sus principios de vida religiosa.

Además, en plena crisis por la guerra contra Hamas, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) buscan aumentar su número de reclutas, lo que ha generado presiones políticas para modificar el estatus especial de los ultraortodoxos. El intento del primer ministro Benjamin Netanyahu de impulsar una ley que mantenga estas exenciones ha sido duramente criticado tanto por la oposición como por sectores seculares de su propia coalición.
Criminalización de la objeción de conciencia
Los arrestos de tres jóvenes ultraortodoxos reflejan un cambio de política y una preocupante criminalización de la objeción de conciencia. No es un hecho aislado: en protestas anteriores en Yehud por la construcción sobre un antiguo cementerio judío, la policía israelí ya había detenido a judíos haredim y los entregó a la policía militar, no solo por evasión del servicio obligatorio.

Resulta alarmante que se sancione con prisión a personas que, por motivos religiosos y éticos, se niegan a participar en un conflicto armado. El derecho a la objeción de conciencia está reconocido en el derecho internacional y constituye una forma legítima de disidencia pacífica.
Históricamente, los haredim han tenido una participación limitada en las estructuras del Estado y han mostrado resistencia al servicio militar. Sin embargo, tras más de 21 meses de guerra con Hamás, crece el malestar entre sectores seculares por la «carga desigual» en el conflicto. La salida del partido ultraortodoxo Judaísmo Unido de la Torá (UTJ) de la coalición de gobierno ha debilitado aún más a Netanyahu, quien ahora enfrenta una frágil mayoría parlamentaria y un creciente aislamiento internacional debido a la ofensiva en Gaza.
Mientras Israel exige lealtad absoluta a su aparato militar, silencia y reprime a quienes rechazan empuñar armas. Esto plantea serios cuestionamientos sobre la compatibilidad entre la libertad religiosa, los derechos civiles y la estrategia de seguridad nacional del Estado.
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