Trece niños murieron por causas relacionadas con la hambruna en el campamento de desplazados de Lagawa, ubicado en la provincia de Darfur Oriental, Sudán, en solo un mes, según reportó este martes 30 de julio 2025, la Red de Médicos de Sudán. Este campamento, que acoge a más de 7.000 personas, en su mayoría mujeres y menores de edad, enfrenta una grave escasez de alimentos en medio de una guerra civil que ha sumido al país en una de peores crisis humanitarias del mundo desde abril de 2023.
Desde que estallaron los combates entre las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), el conflicto se ha extendido a vastas regiones como Darfur y Kordofán, destruyendo las ya frágiles infraestructuras sanitarias y agravando la inseguridad alimentaria. En un comunicado reciente, la Red de Médicos pidió a la comunidad internacional que aumente la ayuda humanitaria, mientras organizaciones como UNICEF alertan sobre un dramático incremento en los casos de desnutrición aguda grave entre menores.
El hambre como el arma de guerra
La desnutrición infantil se ha convertido en una de las consecuencias más letales del conflicto armado. Solo en los primeros cinco meses de este año, UNICEF documentó un aumento del 46 % en los casos de menores tratados por desnutrición aguda grave en la región de Darfur, con más de 40.000 niños en situación crítica.

La situación es especialmente alarmante en zonas como Lagawa, donde el acceso humanitario está severamente restringido por el bloqueo de rutas, los ataques a convoyes de ayuda y la violencia generalizada. Las partes en conflicto (el ejército SAF y las RSF) han sido acusadas por organismos internacionales de utilizar el hambre como táctica de guerra, privando intencionalmente a comunidades enteras de acceso a alimentos, agua y atención médica.
“Este es el momento de la verdad: la vida de los niños depende de si el mundo decide actuar o mirar hacia otro lado”, afirmó Sheldon Yett, representante de UNICEF en Sudán.
En medio de esta tragedia, los cuerpos médicos locales operan sin recursos, sin protección y sin garantías mínimas de seguridad, mientras el número de niños que mueren por causas evitables no deja de crecer.
Darfur: epicentro de una hambruna silenciada
La región de Darfur, históricamente marginada, ha sido escenario de múltiples conflictos desde principios del siglo XXI, pero el actual enfrentamiento ha recrudecido las violencias estructurales y étnicas de forma aún más brutal. Organismos como la ONU y Human Rights Watch han documentado crímenes de guerra, incluyendo asesinatos masivos y violaciones sistemáticas, especialmente dirigidos contra poblaciones pertenecientes a grupos étnicos específicos.

Más allá de las cifras, lo que ocurre en Darfur es un exterminio progresivo de comunidades enteras a través del hambre, la enfermedad y el desplazamiento forzado. Las 13 muertes infantiles reportadas este mes son solo una fracción de un panorama mucho más sombrío. Según estimaciones recientes, más de 13 millones de personas han sido desplazadas en Sudán, de las cuales al menos 4 millones han buscado refugio fuera del país.
Sin acceso regular a agua potable, vacunas ni infraestructura sanitaria funcional, enfermedades como cólera, sarampión y malaria se propagan con facilidad, cobrando víctimas invisibles en campamentos donde la vida se reduce a sobrevivir un día más.
La complicidad del silencio internacional
Mientras los combates continúan, el mundo parece haber normalizado el sufrimiento sudanés. La cobertura mediática escasea, los fondos humanitarios se agotan y las promesas diplomáticas no se traducen en acciones concretas. La falta de voluntad política internacional para imponer corredores humanitarios seguros o sancionar a quienes impiden la entrega de ayuda pone en evidencia una jerarquización global del dolor.
El bloqueo informativo y la indiferencia son tan letales como las balas o el hambre. ¿Cuántos niños más deben morir para que se declare una emergencia internacional de carácter obligatorio? ¿Cuántas imágenes de cuerpos infantiles inertes deben circular para que los gobiernos dejen de mirar hacia otro lado?
La comunidad internacional debe garantizar el acceso inmediato a alimentos, medicinas y asistencia médica en los campamentos de desplazados. Las organizaciones regionales deben redoblar la presión para un alto al fuego, y los medios deben mantener el foco en esta tragedia. ¿Permitiremos que esta generación de niñas y niños sudaneses se extinga en silencio, o actuaremos antes de que el hambruna acabe con todos?.
Para más noticias sobre Sudán y su dinámica geopolítica, da click aquí