Sudán enfrenta el ‘peor brote de cólera en años’ con 40 muertos en una semana, hospitales colapsados y miles sin acceso a agua limpia

Brote de cólera en Sudán deja 40 muertos en una semana
El peor brote de cólera en años golpea a Sudán, con 40 muertos en una semana. Guerra y falta de agua potable agravan la crisis sanitaria.

CÓLERA EN SUDÁN | Al menos 40 personas murieron en la última semana en la región de Darfur, Sudán, debido al peor brote de cólera que el país ha experimentado en años, según la organización Médicos Sin Fronteras (MSF). El repunte ocurre mientras los centros de salud están desbordados, miles de familias sobreviven con agua contaminada y el conflicto armado, activo desde hace más de dos años, sigue desplazando a comunidades enteras.

Una crisis sanitaria agravada por la guerra

El brote, declarado oficialmente por el Ministerio Federal de Salud hace un año, ha acumulado hasta el 11 de agosto más de 99.700 casos sospechosos y 2.470 muertes relacionadas. La bacteria Vibrio cholerae, que se transmite por alimentos y agua contaminados, se propaga rápidamente en un contexto donde el acceso a agua potable y saneamiento es casi inexistente.

Una trabajdora humanitaria suministra una vacuna contra el cólera en Sudán
Una trabajdora humanitaria suministra una vacuna contra el cólera en Sudán

En Darfur del Norte, particularmente en la ciudad de Tawila, la crisis se vive con especial crudeza. Más de 380.000 personas han llegado desde abril huyendo de los combates alrededor de El Fasher. Allí, la población sobrevive con apenas 3 litros de agua por día, menos de la mitad del mínimo de emergencia de 7,5 litros establecido por la OMS.

Sylvain Penicaud, coordinador de proyecto de MSF, lo resume con crudeza:

“Hace dos semanas se encontró un cadáver en un pozo de un campo de desplazados. Lo retiraron, pero a los dos días la gente tuvo que beber de nuevo de esa misma agua”.

Centros médicos colapsados y sin recursos

Los hospitales no dan abasto. En Tawila, el centro de tratamiento de cólera del hospital, diseñado para 130 camas, llegó a albergar 400 pacientes en la primera semana de agosto. Muchos reciben atención en colchones en el suelo y sin las condiciones mínimas para evitar nuevos contagios.

En otras zonas como Golo, Zalingei y Nyala, las instalaciones han tenido que improvisar ampliaciones de urgencia. En Nyala, la falta de pastillas potabilizadoras y la espera de vacunas ralentiza la respuesta. Además, las lluvias torrenciales han contaminado fuentes de agua y destruido parte de la infraestructura de alcantarillado, agravando la propagación.

Samia Dahab, residente del campamento de Otash, describe la precariedad cotidiana:

“En algunas zonas hay agua, en otras los quioscos están lejos o vacíos. A veces es salada, y la bebemos sin hervir, sin saber si es potable”.

El cólera no respeta fronteras

La epidemia no se limita a Sudán. En el vecino Chad se reportaron 16 muertes y casi 300 casos en apenas una semana. El riesgo de propagación también alcanza a Sudán del Sur, donde los desplazados por la guerra sudanesa llegan en condiciones de extrema vulnerabilidad.

Pacientes con cólera reciben tratamiento en el centro de aislamiento de Médicos Sin Fronteras en Tawila, Sudán occidental. Fotografía: AFP/Getty Images
Pacientes con cólera reciben tratamiento en el centro de aislamiento de Médicos Sin Fronteras en Tawila

Según los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades, el continente representó, hasta mayo, el 60% de los casos globales de cólera y más del 93% de las muertes asociadas. El país, por su combinación de guerra, desplazamiento y colapso de servicios básicos, se encuentra entre los más golpeados.

Tuna Turkmen, jefe de misión de MSF en el país sudanes, advierte que la respuesta debe ser inmediata:

“No se debe dejar que los sobrevivientes de la guerra mueran de una enfermedad prevenible. La atención médica, el agua segura y las campañas de vacunación no pueden esperar”.

Un país atrapado entre la guerra y la enfermedad

La guerra en Sudán, iniciada en abril de 2023, ha matado a más de 40.000 personas y desplazado a 12 millones, empujando a millones más a la hambruna. En Darfur, la ofensiva de las Fuerzas de Apoyo Rápido contra las posiciones del ejército ha dejado a comunidades enteras sitiadas y sin acceso a ayuda humanitaria.

En este escenario, el cólera se convierte en una segunda guerra, silenciosa pero igualmente letal. Sin una respuesta coordinada que garantice agua potable, saneamiento básico y vacunación masiva, el brote amenaza con convertirse en una catástrofe regional.

El cólera en Sudán no es solo una crisis sanitaria: es el reflejo de un país desangrado por la guerra y abandonado por una comunidad internacional que responde con lentitud desesperante. Cada día sin acción significa más tumbas, más niños huérfanos y más comunidades condenadas a beber agua envenenada por la miseria y el abandono.
¿Cuántas vidas más deberán perderse antes de que la prevención deje de ser un discurso y se convierta en una prioridad real?

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