Alaa Abd El-Fattah fue puesto en libertad el lunes 22 de septiembre en Egipto tras un indulto presidencial concedido por Abdel Fattah el-Sisi, lo que permitió al activista reencontrarse con su familia después de haber pasado la mayor parte de los últimos 12 años tras las rejas. Considerado el preso político más emblemático del país, Abd El-Fattah es una figura central del levantamiento de 2011 que puso fin a la dictadura de Hosni Mubarak. Su salida de prisión es vista como un alivio personal, pero también como un recordatorio de la magnitud de la represión política en Egipto.
La trayectoria del activista refleja las contradicciones de un país que pasó de la esperanza democrática al endurecimiento autoritario. Arrestado múltiples veces desde 2006, Abd El-Fattah fue condenado en 2014 por participar en protestas sin «autorización» y más tarde, en 2021, a cinco años de cárcel por un comentario en Facebook. Las huelgas de hambre emprendidas por él y por su madre, la reconocida académica Laila Soueif, mantuvieron la atención internacional sobre su caso, especialmente en Reino Unido, país del que también tiene nacionalidad.
La libertad de Alaa Abd El-Fattah: Una libertad celebrada, pero incompleta
La liberación de Alaa Abd El-Fattah fue recibida con alegría por sus familiares, quienes llevan más de una década librando una batalla incansable por su libertad. “No puedo ni siquiera describir lo que siento. Nuestra mayor alegría llegará cuando no haya presos políticos en Egipto”, declaró Laila Soueif, su madre y reconocida académica.

Este caso no puede entenderse sin la resistencia constante de su madre y de su hermana, Sanaa Seif, quienes mantuvieron vivo el reclamo a través de huelgas de hambre, campañas internacionales y un activismo decidido que desafió al régimen incluso desde el exilio. Laila llevó su protesta hasta el Reino Unido, donde arriesgó su vida con ayunos prolongados para visibilizar la injusticia que enfrentaba su hijo; mientras que Sanaa transformó las redes sociales en un espacio de denuncia y memoria, recordando que detrás de cada preso político hay familias que sufren y resisten.
La valentía de ambas no solo sostuvo la esperanza de Alaa, sino que también logró movilizar a diplomáticos, medios de comunicación y organizaciones de derechos humanos. Su esfuerzo demuestra cómo la lucha de las mujeres egipcias ha sido clave para mantener viva la llama de la Primavera Árabe más de una década después.

Además, la presión internacional desempeñó un papel fundamental. Desde la campaña “Liberen a Alaa (Free Alaa)” hasta los pronunciamientos del gobierno británico, su caso se convirtió en un emblema de la defensa de la libertad de expresión. Sin embargo, las organizaciones de derechos humanos advierten que el indulto de seis presos, incluido Abd El-Fattah, no oculta la existencia de decenas de miles de detenidos por motivos políticos, lo que evidencia que la libertad de uno no equivale a justicia para todos.
El costo humano de la represión en Egipto
El caso de Abd El-Fattah no puede comprenderse sin el contexto más amplio de la represión en Egipto bajo el gobierno de el-Sisi. Desde que asumió la presidencia en 2014, tras un golpe de Estado contra Mohamed Morsi, el mandatario ha encabezado una campaña sistemática de silenciamiento contra periodistas, activistas, opositores y ciudadanos comunes.

De acuerdo con organizaciones internacionales, Egipto mantiene encarceladas a más de 60 mil personas por motivos políticos, lo que lo convierte en uno de los países con mayor número de presos de conciencia en el mundo. La represión incluye leyes que criminalizan las protestas, el uso de tribunales de emergencia y sentencias desproporcionadas contra quienes critican al gobierno en redes sociales.
El propio Abd El-Fattah se convirtió en un símbolo de resistencia, no solo por su activismo digital y político, sino por su capacidad de mantener la dignidad a pesar de la tortura psicológica y el aislamiento. Su huelga de hambre durante la COP27, celebrada en Egipto en 2022, puso en evidencia la contradicción entre la imagen de modernidad que el régimen busca proyectar y la brutalidad que ejerce puertas adentro.
El indulto de Abd El-Fattah coincide con un momento delicado para el gobierno egipcio, que enfrenta críticas por su papel en el conflicto de Gaza, una economía en crisis y la necesidad de mejorar su imagen ante la comunidad internacional. La pregunta inevitable es si su liberación constituye un cambio de rumbo hacia una mayor apertura política o si se trata de una maniobra para calmar las presiones externas sin modificar la estructura autoritaria del régimen.
En Historiente y Mujer Azadi celebramos la liberación de Alaa Abd El-Fattah, después de haber acompañado durante años su lucha incansable por la libertad y la justicia. Reconocemos el papel fundamental de su madre, Laila Soueif, y de su hermana, Sanaa Seif, cuyo coraje, perseverancia y compromiso con los derechos humanos hicieron posible mantener viva la esperanza hasta este momento. Su valentía nos recuerda que detrás de cada activista hay familias que resisten, denuncian y sostienen la lucha frente a la represión, y que celebrar esta victoria es también honrar su esfuerzo inquebrantable.
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