Hambruna en Sudán se ha convertido en el rostro más cruel del genocidio que arrasa Darfur y Kordofán del Sur. Las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) mantienen un bloqueo total de alimentos, medicinas y agua potable, usando el hambre como arma de exterminio. Desde 2023, la población civil vive bajo asedio: aldeas destruidas, niños famélicos y cadáveres abandonados en las calles son parte de una estrategia sistemática que busca borrar comunidades enteras. La hambruna en Sudán no es una consecuencia de la guerra, sino una herramienta deliberada del genocidio.
Hambruna en Sudán: el hambre como táctica de exterminio
La hambruna en Sudán continúa extendiéndose a medida que las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) impiden la entrada de ayuda humanitaria en ciudades como El Fasher y Kadugli. Naciones Unidas confirmó que más de 6,3 millones de personas enfrentan inseguridad alimentaria aguda, mientras que en la región de Darfur miles de personas mueren cada semana por inanición. La Clasificación Integrada de Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC) advierte que los indicadores ya superan los niveles considerados como “catástrofe”.
Médicos Sin Fronteras (MSF) ha reportado casos de niños con desnutrición severa y familias que han pasado semanas alimentándose únicamente con hojas o harina mezclada con agua. “El hambre se ha convertido en un arma más”, denuncian activistas locales, quienes comparan la crisis actual en Sudán con los genocidios de Ruanda y Bosnia.

De acuerdo con el IPC, una hambruna se declara oficialmente cuando las muertes por desnutrición alcanzan al menos dos adultos o cuatro niños menores de cinco años por cada 10.000 habitantes; cuando una de cada cinco personas carece gravemente de alimentos; o cuando más del 30% de los niños presenta desnutrición aguda. Informes de MSF señalan que los recién llegados al campamento de Tawila muestran niveles catastróficos de desnutrición, incluyendo numerosos casos graves en niños menores de cinco años.
“Hemos visto cuerpos en las calles y escuchado relatos de ejecuciones sumarias; las familias que lograron escapar están traumatizadas y sin comida”, relató Hiba Morgan, corresponsal de Al Jazeera, desde Al-Dabbah. Esta situación pone de manifiesto que la crisis alimentaria es solo una de las dimensiones de un conflicto mucho más amplio y violento que continúa devastando al país.
Desplazamiento masivo y bloqueos de ayuda
Las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) han desplazado por la fuerza a decenas de miles de personas en las regiones de Darfur y Kordofán, mientras preparan nuevas ofensivas para tomar el control de más ciudades. Solo desde la ocupación de El Fasher a finales de octubre, más de 70.000 personas han huido, en su mayoría mujeres, niños y ancianos, dejando atrás hogares saqueados y campamentos de refugiados desmantelados.

La ayuda humanitaria enfrenta obstáculos constantes: los convoyes con alimentos, medicinas y agua potable no pueden ingresar a las ciudades sitiadas, mientras los informes de Naciones Unidas califican la situación como una catástrofe humanitaria para la población civil. Con apenas el 28% del plan humanitario de 4.160 millones de dólares financiado, millones de personas corren riesgo de hambruna, desnutrición y muerte en los próximos meses.
Miles de familias huyen simultáneamente del genocidio y la hambruna que asolan Sudán. Solo en El Fasher, más de 70.000 personas escaparon tras los ataques paramilitares, buscando refugio en campamentos que ya carecen de comida y agua. Las rutas de escape permanecen vigiladas por milicias, y los pocos camiones humanitarios que logran entrar son saqueados o destruidos.
Diversas organizaciones humanitarias advierten que la hambruna en Sudán no puede considerarse una “crisis alimentaria” común, sino una táctica genocida destinada a eliminar comunidades enteras mediante el hambre y el aislamiento.
Silencio internacional ante el genocidio
A pesar de las abundantes evidencias, la comunidad internacional mantiene un silencio cómplice frente a la hambruna que devasta Sudán. La Corte Penal Internacional (CPI) investiga las atrocidades cometidas por las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), mientras testigos denuncian ejecuciones, violaciones y entierros masivos. Sin embargo, las sanciones impuestas resultan insuficientes y los corredores humanitarios continúan bloqueados.
La ONU advierte que, si no se actúa de manera inmediata, el genocidio en Sudán podría causar más muertes por hambre que por las armas. La hambruna no solo destruye cuerpos, sino también la memoria y la esperanza de un pueblo que lleva más de un año clamando por ayuda y justicia.
Esta tragedia humanitaria pone en evidencia un fracaso global para proteger los derechos humanos más básicos. Millones de personas permanecen atrapadas entre el hambre y la violencia, mientras los combates y bloqueos militares impiden el ingreso de la ayuda humanitaria que podría salvar sus vidas.
📌El mundo observa el genocidio en tiempo real y, sin embargo, el silencio prevalece.
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