Babanusa o Babnousa se ha convertido en epicentro de un enfrentamiento crítico entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), cuando la ciudad fue evacuada para proteger a los civiles antes de la llegada de los paramilitares. El ataque, ocurrido este domingo, marca un nuevo capítulo en la guerra que enfrenta al ejército sudanés con las RSF desde abril de 2023, un conflicto que ha provocado miles de muertes y millones de desplazados.
Babnousa: convertida en una «ciudad fantasma»
La ciudad de Babanusa, conocida antes por albergar a casi 180.000 personas, se ha transformado en una “ciudad fantasma” tras la evacuación preventiva realizada por el ejército sudanés. El objetivo de esta maniobra fue proteger a los civiles de los ataques de las RSF, quienes están realizando un genocidio, utilizando artillería pesada, vehículos de combate y mercenarios en sus ataques. Según testigos, los paramilitares bombardearon Babanusa y avanzaron hacia posiciones estratégicas, pero las fuerzas del ejército sudanés repelieron el asalto y aseguraron el cuartel de la 22ª División de Infantería.

Los habitantes desplazados relatan el miedo constante: “Nos sentimos aliviados por haber sobrevivido, pero no sabemos si alguna vez regresaremos a Babanusa. La incertidumbre y el temor son nuestra rutina diaria”, declaró un residente bajo anonimato a Anadalou. Este testimonio refleja la vulnerabilidad de los civiles atrapados entre las estrategias militares y la violencia paramilitar.
Crisis humanitaria en Kordofán
El ataque a Babanusa ha profundizado la crisis humanitaria en Kordofán y Darfur del Norte. Más de 175.000 personas han buscado refugio en la ciudad de El-Obeid, mientras miles más han huido hacia Dongola, Gadaref y Kassala. Salwa Adam Benia, comisionada de ayuda humanitaria, destacó que los desplazamientos aumentan diariamente y que se requiere asistencia urgente en alimentos, refugio, atención médica y servicios de salud ambiental.

El desplazamiento masivo de civiles desde Babanusa pone de relieve la magnitud del sufrimiento humano: familias separadas, niños huérfanos y personas sin hogar, víctimas de un genocidio que continúa sin mediación efectiva. El conflicto no solo destruye infraestructuras, sino que rompe el tejido social de la región, dejando un vacío de protección para los derechos humanos básicos.
Los ataques continuos han obligado al ejército sudanés a recurrir a lanzamientos aéreos de suministros y a reforzar sus posiciones, asegurando que la población desplazada pueda sobrevivir hasta que se estabilice la situación. Sin embargo, la amenaza de las RSF permanece constante, y la comunidad internacional observa con preocupación la posibilidad de un nuevo episodio de violencia masiva.
Urgencia de acción
El caso de Babanusa evidencia cómo las decisiones militares, aunque necesarias para proteger vidas, no pueden sustituir la protección integral de los derechos humanos en Sudán. La evacuación de civiles evitó una tragedia inmediata, pero millones de desplazados aún enfrentan hambre, enfermedad y desprotección.
La pregunta que surge es inevitable: ¿cómo garantizar que ciudades como Babanusa y sus habitantes no sean nuevamente víctimas de la violencia paramilitar, mientras las estructuras de poder mantienen un genocidio que parece interminable? La urgencia de la acción internacional y de mecanismos efectivos de protección es más evidente que nunca.
📌El mundo observa el genocidio en tiempo real y, sin embargo, el silencio prevalece.
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