Kianoosh Sanjari pone fin a su vida en un acto de protesta contra la dictadura de Irán

Kianoosh Sanjari, un activista y defensor de los derechos humanos en Irán, se suicidó el 13 de noviembre de 2024 en un acto de protesta contra la represión del régimen iraní. A través de sus redes sociales, Sanjari expresó su decisión de quitarse la vida si no se liberaban a cuatro prisioneros políticos, quienes habían sido detenidos por su participación en las protestas por la muerte de Mahsa Amini en 2022.

El suicidio como acto de protesta contra la represión en Irán

Kianoosh Sanjari no es un desconocido en Irán. Durante años, fue un férreo crítico del régimen iraní, especialmente de las violaciones a los derechos humanos y la persecución de aquellos que se oponen al gobierno. Su vida estuvo marcada por varios arrestos y periodos de encarcelamiento, lo que lo llevó a abandonar Irán en 2007. Sin embargo, su regreso en 2016, tras la enfermedad de su madre, lo sumió nuevamente en el sistema judicial represivo del país.

Su suicidio, ocurrido el 13 de noviembre de 2024, no fue un acto impulsivo, sino un último grito de desesperación por la situación de opresión que vivió y que continúa afectando a miles de iraníes. En su mensaje final, Sanjari dejó claro que no quería ser recordado por su muerte, sino por la causa que lo motivó a tomar tal decisión: la liberación de los prisioneros políticos, específicamente Fateme Sepehari, Nasrin Shakrami, Arsham Rezaei y Tomaj Salehi. Todos ellos fueron arrestados tras participar en las protestas que estallaron por la muerte de Mahsa Amini, quien falleció bajo custodia de la policía moral en 2022.

La elección de Sanjari de poner fin a su vida no solo fue una denuncia pública, sino una forma de llamar la atención internacional sobre las condiciones insostenibles que enfrentan quienes se oponen al régimen.

La represión y las protestas por la Muerte de Mahsa Amini

La muerte de Mahsa Amini desencadenó una serie de protestas en todo el país, que rápidamente se convirtieron en un movimiento masivo en contra de la opresión de las mujeres y el autoritarismo del régimen de Jamenei. Las protestas fueron intensamente reprimidas, con cientos de muertos y miles de detenidos. Los activistas como Kianoosh Sanjari se convirtieron en la voz de aquellos que aún no se habían rendido ante el régimen.

La reacción del gobierno ante las manifestaciones fue contundente. Se intensificaron los arrestos de activistas, periodistas y ciudadanos comunes que se atrevieron a desafiar la autoridad. En este contexto, Kianoosh Sanjari, que había sido detenido en varias ocasiones, se convirtió en un defensor clave de los derechos de los prisioneros políticos.

El llamado a la libertad de los prisioneros políticos

En su mensaje final en redes sociales, Sanjari dejó claro que su suicidio era una protesta por la libertad de los prisioneros políticos. En sus palabras, “Nadie debería ser encarcelado por expresar sus opiniones. La protesta es el derecho de todo ciudadano iraní”. Su demanda se centró en la liberación de cuatro activistas políticos que fueron arrestados por su implicación en las manifestaciones por la muerte de Amini.

El caso de Sanjari no es un caso aislado. Durante los últimos años, Irán ha vivido bajo un régimen autoritario que no ha dudado en utilizar la violencia y la represión para silenciar cualquier forma de disidencia. Los prisioneros políticos son sometidos a torturas físicas y psicológicas, y en muchos casos, las condiciones de encarcelamiento son inhumanas. Sanjari, quien había sido detenido en varias ocasiones, experimentó de primera mano las atrocidades del sistema penitenciario, lo que lo llevó a denunciar públicamente las torturas que sufrió, incluyendo descargas eléctricas y ataduras a la cama.

Funeral bajo vigilancia extrema

Fuentes locales informaron que las autoridades cerraron la sección 250 del cementerio, donde Sanjari fue enterrado, y desplegaron un fuerte operativo de seguridad para impedir el acceso público. Fotografías y videos en redes sociales evidenciaron la presencia masiva de agentes alrededor del lugar, lo que ha generado grandes críticas y cuestionamientos internacionales.

El funeral, que estaba programado para las 10 de la mañana, sufrió cambios inesperados. Según allegados, la familia de Sanjari fue presionada y amenazada por funcionarios de seguridad, lo que obligó a realizar modificaciones de último minuto en la ceremonia. La intención de las autoridades de minimizar la atención mediática y popular sobre el evento parece evidente.

El legado de Kianoosh Sanjari

La noticia del suicidio de Kianoosh Sanjari ha sido recibida con consternación en todo el mundo. Activistas, defensores de los derechos humanos y medios internacionales han expresado su pesar y solidaridad con su causa. Hossein Ronaghi, activista por la libertad de expresión, fue uno de los primeros en confirmar la muerte de Sanjari en redes sociales. En su publicación, Ronaghi expresó: “Hicimos todo lo que pudimos, anoche y hoy, pero Kianoosh se ha ido”. La tragedia de Sanjari ha puesto nuevamente sobre la mesa la situación de los derechos humanos en Irán, un tema que sigue siendo ignorado por muchos gobiernos internacionales.

El suicidio de Sanjari puede ser visto como un acto extremo de desesperación, pero también como un mensaje claro de resistencia contra un régimen que continúa persiguiendo a aquellos que luchan por la libertad y la justicia. El legado de Kianoosh Sanjari será recordado por su valentía y su compromiso con la causa de la libertad, la justicia y los derechos humanos.

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