Pakistán y Afganistán se encuentran al borde de una nueva escalada militar tras los recientes ataques en Kabul y la frontera oriental, donde ambos gobiernos intercambian acusaciones sobre responsabilidad y protección de grupos insurgentes. El 8 de octubre, un allanamiento de un escondite del Tehrik-e-Talibán Pakistán (TTP) en la provincia noroccidental de Khyber Pakhtunkhwa provocó un tiroteo que dejó 11 soldados paquistaníes y 19 militantes muertos, según el ejército de Islamabad. Horas después, se registró un ataque en la capital afgana que el gobierno talibán aseguró no provocó víctimas, aunque advirtió que habría consecuencias. Esta serie de incidentes ha encendido la tensión regional y plantea un riesgo de confrontación abierta entre los dos países.
Tensión militar y acusaciones cruzadas
El conflicto entre Afganistán y Pakistán se intensifica por la presencia del TTP, grupo insurgente que Pakistán acusa de operar desde territorio afgano, mientras los talibanes afganos niegan cualquier apoyo. Islamabad sostiene que Afganistán sirve de refugio para militantes que cometen ataques dentro de Pakistán, y recientemente señaló la supuesta implicación de India en la logística del TTP, acusación que Nueva Delhi califica de “infundada”.

La secuencia de enfrentamientos comenzó con el allanamiento del 8 de octubre, seguido de un tiroteo prolongado que dejó decenas de muertos. En respuesta, Pakistán movilizó tropas a la frontera y desplegó operaciones preventivas, mientras Kabul reportó un ataque en la plaza Abdul Haq de la capital. El ministro de Defensa talibán, aseguró que no hubo víctimas, pero advirtió que Islamabad asumiría consecuencias si la situación se intensificaba.
Contexto diplomático y regional
En las últimas décadas, Pakistán ha realizado incursiones aéreas o bombardeos selectivos dentro del territorio afgano, alegando que persigue refugios de militantes del Tehrik-i-Taliban Pakistán (TTP). Sin embargo, esas acciones rara vez han sido objeto de rendición de cuentas internacional. Lo que ahora se hace con firmeza, acusar directamente, revela que los talibanes afganos buscan cambiar la narrativa: no solo son blanco, sino también víctimas de una intervención extranjera.

La escalada coincide con la visita del ministro de Asuntos Exteriores talibán, Amir Khan Muttaqi, a India, donde se anunció la reapertura de la embajada afgana en Kabul. La delegación generó indignación internacional al restringir el acceso de mujeres periodistas, evidenciando nuevamente la precariedad de los derechos humanos en Afganistán. Expertos en seguridad regional señalan que la interacción diplomática con India podría ser percibida por Pakistán como un contrapeso estratégico, aumentando la desconfianza y los riesgos de intervención militar directa.
Analistas como Pearl Pandya, del Proyecto de Datos de Conflictos Armados, destacan que «estas tensiones coinciden con la primera visita oficial del régimen talibán a India desde 2021, lo que podría ser interpretado como un cambio en el equilibrio de poder regional». La combinación de intereses geopolíticos, insurgencia transfronteriza y rivalidades históricas crea un escenario propicio para una escalada peligrosa que involucra tanto a civiles como a fuerzas armadas.
Impacto en la población civil
La escalada militar entre Pakistán y Afganistán no se limita a maniobras de ejército o confrontaciones diplomáticas; los más afectados son los civiles que viven en las zonas fronterizas y urbanas de ambos países. En Afganistán, la población ya enfrenta una crisis prolongada: la devastación provocada por el terremoto reciente, el desplazamiento forzado de familias por potencias externas y la continua erosión de derechos fundamentales, especialmente de mujeres y niñas, que siguen excluidas de la educación secundaria y universitaria. Además, se han reportado restricciones en la movilidad, detenciones arbitrarias y ejecuciones extrajudiciales, generando un clima de miedo constante.
Por su parte, en Pakistán, especialmente en áreas fronterizas, la población enfrenta la violencia directa de enfrentamientos entre militares y militantes del TTP. Además, el conflicto con India en los primeros meses de 2025 ha exacerbado la inseguridad, generando tensiones políticas y militares adicionales. Las familias viven en permanente incertidumbre debido a emboscadas, ataques suicidas y operaciones militares preventivas que buscan contener tanto a insurgentes internos como a supuestos apoyos externos. La combinación de enfrentamientos con insurgentes y el conflicto con India ha provocado desplazamientos internos masivos, interrupción de servicios básicos y una sensación generalizada de inseguridad.
La tensión entre Pakistán y Afganistán no puede interpretarse como un simple conflicto militar. Es una crisis humanitaria que afecta a mujeres, niños y familias atrapadas entre la violencia, la represión y las tensiones geopolíticas.
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