Amnistía Internacional denunció este jueves que Israel y el sistema de ayuda respaldado por Estados Unidos estarían utilizando la hambruna como herramienta de represión masiva en la Franja de Gaza, en el contexto del conflicto armado con Hamás. Según la organización internacional de derechos humanos, los centros de distribución de alimentos administrados por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), (apoyada por ambos gobiernos )han sido convertidos en zonas militarizadas donde se produce una sistemática violencia contra civiles palestinos desesperados por conseguir comida.
Un sistema de ayuda que agrava la crisis
De acuerdo con el informe publicado por Amnistía Internacional, los centros de distribución gestionados por GHF se han instalado deliberadamente cerca de posiciones militares israelíes. Estos puntos, supuestamente diseñados para brindar asistencia alimentaria, se han convertido en espacios peligrosos donde más de 500 personas han muerto solo en el último mes, según datos del Ministerio de Salud de Gaza.

El informe afirma que Israel ha usado este esquema como una herramienta de control social y castigo colectivo, violando los principios fundamentales del derecho internacional humanitario. La distribución de ayuda, una actividad que debería ser neutral, segura y humanitaria, está siendo manipulada para provocar sufrimiento, alimentar el caos y debilitar aún más a la población civil.
«La devastadora pérdida diaria de vidas mientras los palestinos intentan acceder a alimentos es consecuencia directa de un sistema de ayuda letal y de ataques deliberados», denunció Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía.
Israel se defiende: Acusa a Amnistía de difundir propaganda de Hamás
El gobierno israelí reaccionó con fuerza ante la publicación del informe. El Ministerio de Asuntos Exteriores calificó las conclusiones de Amnistía como una “falsedad absoluta” y acusó a la organización de “alinearse con Hamás” al reproducir sus “mentiras propagandísticas”. A su vez, el ejército israelí argumentó que solo realiza disparos de advertencia y actúa contra “comportamientos sospechosos” en zonas de riesgo.

Por su parte, COGAT, la agencia israelí encargada de coordinar la asistencia a Gaza, declaró que desde mayo se ha permitido la entrada de más de 3.000 camiones con ayuda, lo que, según su versión, demostraría un esfuerzo activo por aliviar la crisis. No obstante, organismos como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) afirman que esa ayuda es insuficiente y llega a una fracción de la población, con niveles críticos de desnutrición y una diversidad alimentaria en mínimos históricos.
GHF: Una fundación opaca bajo el escrutinio global
La Fundación Humanitaria de Gaza, a la que se responsabiliza directamente por los métodos fallidos y peligrosos de distribución, fue lanzada como una alternativa a los canales tradicionales de la ONU. Respaldada por sectores conservadores en Washington, y liderada por un empresario evangélico allegado a Donald Trump, GHF recibió recientemente una donación de 30 millones de dólares del gobierno estadounidense.
Más de 165 organizaciones humanitarias internacionales han solicitado el cierre inmediato del programa, denunciando que la ayuda está siendo utilizada como un arma para imponer hambre y violencia, en contravención directa de los principios de imparcialidad y humanidad que rigen el socorro en tiempos de conflicto.
El hambre como crimen
La utilización del hambre como táctica de guerra no solo vulnera principios éticos universales, sino que también constituye un crimen de guerra y un genocidio, según el Estatuto de Roma. Amnistía Internacional ya había acusado previamente a Israel de genocidio por ataques dirigidos a infraestructura civil, hospitales, escuelas y por obstaculizar deliberadamente la entrada de suministros vitales.
Estas denuncias se suman al proceso actualmente en curso en la Corte Internacional de Justicia, impulsado por Sudáfrica, y a las investigaciones de la Corte Penal Internacional por posibles crímenes cometidos por altos funcionarios israelíes, incluido el primer ministro Benjamín Netanyahu.
El caso de Gaza plantea una dura reflexión para la comunidad internacional. En lugar de aliviar el sufrimiento, la ayuda ha sido convertida en una trampa mortal, donde se entrelazan intereses militares, políticos y económicos. Cuando el alimento se transforma en arma y los centros humanitarios en zonas de muerte, se desmorona no solo el derecho internacional, sino también la ética básica de la humanidad.
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