Estudiantes sirios regresan a escuelas devastadas en la campiña del sur de Idlib, Siria, después de años de guerra civil. Tras la caída del expresidente Bashar al-Asad en diciembre de 2024, miles de familias desplazadas, retornaron a sus aldeas y se enfrentan al desafío de enviar a sus hijos a centros educativos destruidos y saqueados. Cientos de escuelas continúan fuera de servicio, dejando a millones de niños sin acceso a la educación, mientras se inicia un proceso de reconstrucción urgente para garantizar el derecho fundamental a aprender en condiciones mínimas de seguridad y dignidad.
Infraestructura escolar en ruinas: un obstáculo para la educación
El panorama de las escuelas en Idlib evidencia la magnitud de la devastación. El edificio de la escuela primaria de Maar Sharamin, donde los hijos de Safiya al-Jurok asisten a clases, mantiene paredes acribilladas a balazos, ventanas rotas y pupitres desaparecidos. Los estudiantes se sientan sobre mantas delgadas en el frío suelo, mientras la luz del sol entra a través de marcos sin cristales.
“Si llueve, lloverá sobre mis hijos”, lamenta Safiya al-Jurok, madre de tres estudiantes a AP. “La escuela ni siquiera tiene agua corriente”. El director del centro, Abdullah Hallak, confirma que la institución perdió prácticamente todo: ventanas, puertas, pizarras y estructuras metálicas arrancadas y saqueadas durante años de abandono y desplazamiento forzado. La falta de infraestructura básica amenaza la asistencia de los estudiantes y complica la labor docente, especialmente con la llegada del invierno.
La situación en Idlib refleja un patrón nacional: el viceministro de Educación, Youssef Annan, calcula que cerca del 40% de las escuelas sirias continúan fuera de servicio, muchas en áreas rurales golpeadas por combates prolongados, dejando a millones de niños sin acceso a educación formal.
El rezago académico y el impacto en los estudiantes sirios
La reconstrucción física de las escuelas no es suficiente para revertir el daño. Muchos estudiantes han quedado rezagados tras años de desplazamiento y educación intermitente. La maestra Bayan al-Ibrahim señala que la falta de materiales y espacios adecuados dificulta mantener la atención y la disciplina en las aulas. Los padres, a su vez, desconocen los contenidos que sus hijos estudian, agravando la brecha educativa.

Según Meritxell Relaño Arana, representante de UNICEF en Siria, aproximadamente entre 2.5 y 3 millones de niños permanecen fuera del sistema educativo, mientras cuatro millones logran matricularse en escuelas que operan en condiciones precarias. “Muchos niños quedaron traumatizados por años de conflicto, por lo que necesitan regresar a escuelas seguras donde haya apoyo psicosocial disponible”, explica. La educación, en este contexto, se convierte en un instrumento crítico no solo para el aprendizaje académico, sino para la recuperación emocional y social de toda una generación.
Reconstrucción urgente y desafíos internacionales
Los esfuerzos de reconstrucción requieren coordinación masiva y recursos significativos. Solo en Idlib, 350 escuelas permanecen inoperativas y apenas un 10% ha sido rehabilitado. UNICEF y otras organizaciones internacionales proveen aulas temporales y capacitación docente, pero la magnitud del desafío supera los fondos y la capacidad logística disponibles.
La tarea es particularmente urgente ante el regreso de refugiados: más de un millón de sirios retornaron del extranjero, sumando presión a un sistema educativo ya colapsado. La reconstrucción de escuelas representa, además, un símbolo de justicia y derechos humanos en un país donde el conflicto no solo destruyó infraestructura, sino también la confianza en las instituciones y la seguridad de la infancia.
“Mi hija mayor es muy inteligente y le encanta estudiar, pero no podemos comprar libros”, comenta Safiya al-Jurok. “Los niños ayudan a recoger aceitunas después de la escuela para que la familia sobreviva”. Este testimonio evidencia cómo la educación sigue subordinada a la supervivencia diaria, un reflejo de la crisis humanitaria en Siria.
La reapertura de escuelas en Siria es más que un acto de reconstrucción física; es una apuesta por la restitución de derechos humanos fundamentales y por la reparación del tejido social devastado. Sin embargo, la brecha educativa, la falta de recursos y el trauma acumulado amenazan con dejar a toda una generación rezagada.
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