En Gaza, la situación es desesperante: La hambruna se ha instalado como una consecuencia directa del bloqueo israelí, llevando a los gazatíes a recurrir a alimentos poco comunes, como las tortugas marinas, para sobrevivir. Este panorama, que comenzó a intensificarse con los ataques aéreos de Israel a partir del 7 de octubre de 2023, se ha convertido en una crisis humanitaria sin precedentes. El bloqueo total sobre tierra, mar y aire ha despojado a la población de recursos básicos, convirtiendo el hambre en una táctica militar deliberada. Esta hambruna no es solo una tragedia, sino también un crimen de guerra, según el derecho internacional, que ha sido ignorado por la comunidad global.
La Hambruna: Un método de exterminio
Desde el inicio de la agresión israelí en octubre de 2023, el pueblo de Gaza ha enfrentado una situación crítica en la que la hambruna es más que una consecuencia de la guerra: Es una estrategia militar que afecta a millones de personas. A medida que se cierra cada vez más el acceso a alimentos y productos esenciales, las familias gazatíes se ven forzadas a adaptarse a la desesperación. La escasez de carne, pollo y productos agrícolas ha llevado a la población a recurrir a especies marinas no convencionales, como tortugas marinas y cangrejos, que rara vez formaban parte de su dieta habitual.

Estos animales marinos, que en otros tiempos se habrían dejado de lado, se han convertido en un recurso vital para las personas que luchan por sobrevivir. Sin embargo, este cambio en la alimentación no es solo un signo de la desesperación de la gente, sino un claro ejemplo del impacto devastador de la guerra en la vida cotidiana de los gazatíes. La falta de acceso a alimentos esenciales y a medicinas está llevando a una crisis de salud pública sin igual.
Según la Oficina de Medios del Gobierno de Gaza, en los ultimos días, al menos 52 personas —50 de ellas, niños— han muerto por inanición. Más de 60.000 menores sufren desnutrición severa.
“No tenemos carne, no hay pollo, ni siquiera acceso al mar para pescar adecuadamente. ¿Qué opción nos queda?”, declara Abu Khaled, un pescador de Gaza, mientras sostiene una red vacía. “La guerra no solo nos mata con bombas, también nos obliga a comernos lo que antes protegíamos.”
Crimen de guerra: El bloqueo como herramienta de destrucción
El bloqueo israelí no solo impide que los productos básicos lleguen a Gaza, sino que también restringe el acceso a medicinas, equipos médicos y recursos vitales para la supervivencia de la población. Esta medida, que se prolonga desde hace años, ha sido denunciada por organismos internacionales como una violación del derecho internacional humanitario. Según el artículo 54 del Protocolo adicional I de 1977, se prohíbe el uso de métodos de guerra que destruyan deliberadamente los medios de subsistencia de la población civil. Sin embargo, el cerco sobre Gaza ha tenido exactamente ese efecto, convirtiendo el hambre en un método de guerra.
Además, el uso de la hambruna como táctica bélica ha sido catalogado como un crimen de guerra por diversas organizaciones de derechos humanos. El hecho de que una población civil sea sometida a la privación de alimentos hasta el punto de recurrir a tortugas marinas como única fuente de nutrición es un claro ejemplo de cómo se utiliza el sufrimiento humano como parte de la estrategia militar.
La respuesta internacional: Indiferencia y falta de acción
A pesar de las reiteradas denuncias de crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos en Gaza, la comunidad internacional ha permanecido mayormente silenciosa ante la situación. Las Naciones Unidas, la Cruz Roja y diversas organizaciones de derechos humanos han expresado su preocupación, pero han sido incapaces de tomar medidas concretas para poner fin al bloqueo israelí. Mientras tanto, Gaza sigue siendo sometida a una guerra que va más allá de los combates militares, donde la hambruna y la desnutrición se convierten en una forma de control y humillación.
Desde Gaza, las autoridades locales instan a la acción inmediata. En una declaración emitida el 25 de abril, el gobierno local advirtió: “La hambruna ya no es una amenaza; es una dolorosa realidad”. Las palabras resuenan con fuerza, pero parecen disiparse entre la diplomacia tibia de los organismos internacionales.
Con cada día que pasa, la situación en Gaza se agrava. La hambruna, al igual que otras tácticas de guerra, se ha convertido en un método de exterminio lento, cuyo impacto sobre la población es devastador. La falta de recursos básicos para la vida, junto con la destrucción de hogares y servicios esenciales, ha puesto a Gaza al borde del colapso total. La comunidad internacional, si bien ha expresado su preocupación, sigue siendo incapaz de implementar medidas efectivas para detener esta tragedia.
El mundo está siendo testigo de un crimen de guerra que, a pesar de su magnitud, parece ser ignorado por muchas naciones. La pregunta que sigue siendo crucial es: ¿Hasta cuándo la comunidad internacional permanecerá indiferente ante lo que está ocurriendo en Gaza?
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