Ataque israelí en Doha contra líderes de Hamás durante negociaciones
Ataque israelí en Doha, Qatar, ocurrió este martes cuando fuerzas militares de Israel bombardearon la sede de la cúpula política de Hamás, mientras los principales dirigentes del grupo palestino discutían una propuesta de alto el fuego impulsada por Estados Unidos para la Franja de Gaza. El ataque, que dejó al menos seis muertos —incluido el hijo de un alto funcionario Khalil al-Hayya—, fue confirmado por el propio gobierno de Benjamin Netanyahu, que aseguró asumir «plena responsabilidad».
El episodio marcó un punto de inflexión entre los ataques que ha desangrado a Gaza desde octubre de 2023, ya que se trató de una agresión directa contra un Estado soberano que ha fungido como mediador en los procesos de paz: Qatar. La ofensiva no solo causó víctimas palestinas, sino también la muerte de un miembro de las fuerzas de seguridad qataríes, lo que elevó la indignación del emirato y de toda la región.

La capital qatarí se cubrió de humo tras el ataque aéreo, en una zona diplomática de Doha, lo que provocó reacciones inmediatas de condena internacional, especialmente de los países del Golfo: Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.
Qatar y la soberanía en entredicho
Qatar reaccionó con dureza al ataque. El primer ministro, jeque Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, acusó a Netanyahu de «arrastrar a la región a un lugar donde lamentablemente no tendrá reparación». Pese a que no confirmó la suspensión de su papel como mediador, advirtió que las negociaciones de paz han quedado gravemente dañadas.
El Ministerio de Exteriores qatarí calificó el bombardeo como un «ataque criminal» que amenaza directamente la seguridad de su población y de los miles de residentes extranjeros que viven en Doha. Para un país que alberga a tropas estadounidenses y que ha servido de puente diplomático entre Occidente y el mundo árabe, la agresión supone un desafío sin precedentes.

El secretario general de la ONU, António Guterres, se sumó a las críticas al calificar la acción como una «flagrante violación de la soberanía e integridad territorial de Qatar», exigiendo un cese inmediato de la escalada.
“Este ataque criminal constituye una flagrante violación de todas las leyes y normas internacionales y plantea una grave amenaza a la seguridad de los qataríes y los residentes en Qatar”, denunció Majed al-Ansari, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Qatar.
Consecuencias para Gaza
Más allá de la violación territorial, el ataque pone en riesgo inmediato las conversaciones de paz. Los líderes de Hamás habían aceptado revisar la propuesta de Estados Unidos, que planteaba la liberación de rehenes israelíes a cambio de un alto el fuego y la retirada de tropas de Gaza. Con el bombardeo, la credibilidad del proceso se desploma.
El Foro de Rehenes y Familias Desaparecidas en Israel expresó su temor por el futuro de los cautivos: “La perspectiva de su regreso se enfrenta ahora a una incertidumbre mayor que nunca, con una cosa absolutamente segura: su tiempo se agota”.

Netanyahu, sin embargo, justificó la operación como represalia tras un ataque en Jerusalén y aseguró que Israel continuará «hasta derrotar a Hamás». Esta postura endurecida contrasta con la presión internacional que exige detener la ofensiva y abrir corredores humanitarios en Gaza, donde la población civil sufre hambre, desplazamiento y bombardeos constantes.
Una escalada con impacto regional
El ataque en Doha no solo amenaza las negociaciones en curso, sino que también compromete la estabilidad de toda la región del Golfo. Los Emiratos Árabes Unidos advirtieron que agresiones como esta ponen en riesgo los Acuerdos de Abraham, firmados en 2020 bajo mediación de Estados Unidos, y que normalizaron relaciones entre Israel y varios países árabes. Arabia Saudita, pieza clave en cualquier eventual pacto regional, describió el hecho como un “acto criminal”.
El momento es crítico: Israel no solo enfrenta aislamiento diplomático, sino también la erosión de sus apoyos tradicionales. Mientras tanto, Hamás utiliza el ataque como prueba de que Netanyahu busca torpedear cualquier salida negociada, reforzando su narrativa de resistencia ante lo que consideran una guerra de exterminio.
El ataque israelí en la capital qatarí simboliza la fragilidad del derecho internacional cuando la fuerza se impone sobre la diplomacia. La agresión contra Qatar demuestra que las conversaciones de paz pueden ser saboteadas por la lógica militarista de un gobierno decidido a prolongar la guerra.