El Hospital Al-Ahli, ubicado en la ciudad de Gaza, fue bombardeado por las fuerzas israelíes, dejando completamente fuera de servicio su unidad de emergencia, la entrada principal y áreas clave que atendían a pacientes en estado crítico. El ataque, que se produjo en medio de una nueva ola de desplazamientos forzados ordenados por el ejército israelí, ha agravado la crisis humanitaria en el norte del enclave palestino, donde este centro médico era el último que seguía funcionando.
Hospital Al-Ahli: Símbolo de resiliencia médica reducido a escombros
Según informes de corresponsales en la zona y declaraciones del Ministerio de Salud palestino, el bombardeo israelí afectó gravemente la estructura del hospital, inutilizando la unidad de emergencia, el área de recepción, el laboratorio central y un depósito que contenía oxígeno para pacientes en estado crítico. También se reportaron daños significativos en la iglesia del hospital, que había sido utilizada como refugio por civiles heridos.
El director del hospital, el Dr. Muneer al-Bursh, mostró en un video los restos del recinto: “La ocupación israelí ataca directamente el sistema de salud y al personal médico, ignorando descaradamente el derecho humanitario y el derecho internacional. Esta es la ocupación israelí, con su cara fea, que ataca la esperanza”, afirmó.
Crisis humanitaria sin precedentes: Pacientes evacuados sin destino
Tras la destrucción del Hospital Al-Ahli, cientos de pacientes y desplazados fueron dirigidos hacia otros centros de salud, como el hospital al-Quds y el complejo médico al-Shifa. Sin embargo, estas instalaciones ya se encuentran colapsadas, sin personal suficiente ni suministros básicos para responder a la creciente demanda.

Los médicos, bajo una presión insoportable, se ven obligados a tomar decisiones éticas devastadoras: Priorizar a quién se atiende y a quién se deja morir. Algunos pacientes fueron evacuados en condiciones precarias, incluso a pie o en camillas improvisadas, mientras nuevos bombardeos continuaban en áreas cercanas.
El colapso del sistema sanitario en Gaza ya no es una amenaza latente, sino una realidad tangible. La crisis humanitaria se profundiza a medida que se destruyen hospitales, se restringe la entrada de ayuda médica y se obstaculiza la labor de los organismos humanitarios.
Ataque a infraestructura sanitaria: Violación al derecho internacional
Desde una perspectiva del derecho internacional, lo sucedido constituye una potencial violación grave de las Convenciones de Ginebra, que prohíben expresamente los ataques a instalaciones médicas, ambulancias y personal sanitario durante conflictos armados. Organismos internacionales como la ONU y la OMS han exigido en repetidas ocasiones la protección de los centros hospitalarios en Gaza, sin que estas exigencias hayan sido atendidas por el gobierno israelí.
Hasta el momento, no se ha presentado evidencia de que el hospital estuviera siendo utilizado con fines militares, lo que agrava la gravedad del ataque. Mientras tanto, la comunidad internacional mantiene una postura ambigua que alterna entre condenas simbólicas y declaraciones diplomáticas sin impacto operativo.
Este patrón de impunidad, junto a la falta de acción por parte de cortes internacionales y potencias globales, ha permitido que continúe una campaña sistemática contra la infraestructura civil palestina. La destrucción del Hospital Al-Ahli marca un punto de inflexión: ya no se trata solo de viviendas o escuelas. El objetivo es también la salud, la vida, la esperanza.
Mientras las bombas siguen cayendo, miles de personas en Gaza enfrentan no solo la violencia armada, sino también la ausencia total de servicios médicos. Lo que antes era un hospital hoy es solo polvo y silencio. Y en ese silencio, resuena la indiferencia del mundo.
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