La Flotilla de la Libertad denunció un ataque con drones ocurrido en la madrugada del viernes 2 de mayo en aguas internacionales del mar Mediterráneo, a unos 31,5 kilómetros de la costa de Malta, contra uno de sus buques humanitarios, el Conscience, que transportaba a 30 activistas internacionales. La embarcación formaba parte de una nueva misión para entregar ayuda humanitaria a Gaza, cuando fue impactada en dos ocasiones, provocando un incendio y daños estructurales, según confirmó la propia organización.
Ayuda humanitaria en Gaza por la Flotilla de la Libertad
La Flotilla de la Libertad es una iniciativa internacional que desde hace más de una década busca romper el bloqueo impuesto por Israel sobre Gaza, considerado ilegal por diversas instancias del derecho internacional. Su objetivo es sencillo y profundamente humanitario: Llevar alimentos, medicinas, sistemas de potabilización de agua y materiales básicos a una población civil atrapada en un enclave sin acceso libre a suministros esenciales.

Desde hace más de 60 días, los habitantes de Gaza no han recibido ni agua potable, ni alimentos, ni suministros médicos. Este bloqueo ha intensificado la emergencia humanitaria, convirtiendo cada misión de ayuda en una carrera contra el tiempo. El ataque al Conscience representa, según analistas, no solo una agresión directa contra civiles desarmados, sino también una estrategia para obstaculizar la asistencia internacional.
Crimen de guerra o incidente aislado: Lo que se sabe hasta ahora
Zohar Chamberlain Regev, activista israelí que forma parte de la coalición organizadora, denunció que desde el momento del ataque se ha perdido toda comunicación con la embarcación. Regev, quien esperaba embarcar en Malta, calificó el hecho como un acto deliberado de sabotaje: ‘Se trata de un crimen de guerra. No fue un accidente. No quieren permitir que los palestinos reciban ayuda, quieren que mueran de hambre’, afirmó contundentemente.
BREAKING: At 00:23 Maltese time, a #FreedomFlotilla ship was subjected to a drone attack. The front of the vessel was targeted twice, resulting in a fire and a breach in the hull. The ship is currently located in international waters near #Malta. An #SOS distress signal was sent. pic.twitter.com/J6oEQafuOb
— Freedom Flotilla Coalition (@GazaFFlotilla) May 2, 2025
Aunque no se ha confirmado de forma oficial la autoría del ataque, las sospechas apuntan directamente hacia Israel o alguno de sus aliados, dada la trayectoria de incidentes similares en misiones anteriores. En 2010, el caso del Mavi Marmara —otro barco de la Flotilla— terminó con el asalto de tropas israelíes y la muerte de nueve activistas. Desde entonces, los abordajes, detenciones e incluso destrucción de embarcaciones se han vuelto frecuentes, aunque hasta ahora sin víctimas mortales.
Reacciones limitadas ante una posible violación del derecho internacional
A pesar de la gravedad del incidente y la evidencia de que el barco se encontraba en aguas internacionales, hasta el momento ninguna institución internacional ha emitido una condena firme. Las Naciones Unidas y la Unión Europea guardan silencio, mientras que organizaciones de derechos humanos ya comienzan a exigir una investigación independiente que determine responsabilidades y garantice la protección de futuras misiones humanitarias.
La inacción internacional ante ataques de esta naturaleza podría sentar un precedente extremadamente peligroso. Si no se protege a quienes llevan asistencia a zonas de conflicto, se debilita el marco jurídico que respalda el trabajo humanitario y se favorece la impunidad.
Gaza: La frontera olvidada de la legalidad internacional
La situación en Gaza no es nueva, pero ha escalado a niveles de catástrofe en los últimos meses. Con más de dos millones de personas atrapadas, sin energía eléctrica, con servicios sanitarios colapsados y bajo un constante asedio, el enclave vive una emergencia sin precedentes recientes. En este contexto, bloquear o atacar el envío de ayuda humanitaria equivale, según expertos legales, a una violación del derecho internacional humanitario, específicamente de los Convenios de Ginebra.
El ataque al Conscience no puede analizarse como un hecho aislado. Forma parte de una política sistemática de control de acceso a Gaza que ha sido ampliamente denunciada por ONG, observadores internacionales y gobiernos. Este nuevo episodio solo refuerza la urgencia de abrir corredores seguros y permanentes para garantizar la entrada de suministros básicos a una población que ha sido abandonada por las estructuras internacionales.
Cada minuto que pasa sin una respuesta clara por parte de la comunidad internacional contribuye a la normalización de la violencia contra civiles y contra el trabajo humanitario. El caso del Conscience exige más que condenas simbólicas: requiere acciones concretas, responsabilidad legal y un compromiso real con los principios del derecho internacional.
Si proteger a los más vulnerables ya no es prioridad para el sistema global, ¿Qué queda entonces del concepto de humanidad compartida?
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