La grave hambruna que atraviesa Gaza disminuye drásticamente la capacidad física de su población para donar sangre, lo que pone en riesgo tanto a los donantes como a los pacientes que necesitan transfusiones urgentes. Esta situación crítica profundiza el colapso ya avanzado del sistema sanitario
Gaza enfrenta una grave escasez de sangre en sus principales hospitales, según informaron autoridades sanitarias este miércoles 6 de agosto, mientras la ofensiva israelí sigue cobrando vidas y destruyendo infraestructura médica. Los bancos de sangre en hospitales como al-Shifa, Al-Aqsa y Nasser han llegado a niveles críticos, sin posibilidad de reabastecerse debido a que muchos posibles donantes se encuentran desnutridos por la hambruna provocada por el bloqueo militar israelí, que ha dejado al menos 200 muertos por inanición, cinco de ellos en las últimas 24 horas.
Las imágenes que llegan desde la Franja muestran a personas deshidratadas suplicando donar sangre para sus familiares heridos, solo para ser rechazadas por el personal médico que intenta evitar consecuencias fatales. La situación no solo expone el colapso del sistema de salud, sino también la impunidad con la que Israel continúa sus ataques, incluso contra centros médicos y zonas de refugio de población desplazada.
Desnutrición y hambre forzada: una barrera para salvar vidas
El bloqueo israelí no solo impide el ingreso de alimentos y medicinas, sino que también ha debilitado físicamente a la población hasta tal punto que muchos ya no cumplen con los requisitos mínimos para ser donantes de sangre.
“Cuando donan sangre podrían perder el conocimiento en cuestión de segundos, lo que no solo pone en peligro su salud, sino que también conduce a la pérdida de una preciosa unidad de sangre”, explicó Amani Abu Ouda, jefa del banco de sangre del Hospital al-Shifa.
Periodista palestino dona sangre
La imposibilidad de donar sangre en medio de una ofensiva militar que deja cientos de heridos a diario convierte esta situación en una crisis sin precedentes. Médicamente, la desnutrición severa provoca una reducción drástica en los niveles de hierro y hemoglobina, lo que impide no solo la regeneración sanguínea, sino también la seguridad del procedimiento para ambas partes: donante y receptor.
El asedio como arma: hospitales bajo fuego y sin combustible
La estrategia israelí de ataques directos a hospitales y centros de ayuda humanitaria ha agravado aún más el drama. Esta semana, al menos 44 personas murieron en nuevos bombardeos, incluidos 18 palestinos que buscaban alimentos en puntos de distribución respaldados por EE.UU. e Israel. Los testimonios son desgarradores.
“Anoche, mientras cenábamos, de repente oímos gritos de gente pidiendo la evacuación. No había tiempo para llevar nada: ni comida, ni ropa, ni ropa de cama. Simplemente corrimos”, relató Ghaleb Tafesh, palestino desplazado, a Al Jazeera.
“El peor escenario de hambruna se está desarrollando actualmente en Gaza”, alerta el IPC, advirtiendo “muerte generalizada” si no se actúa ya.
Además de los ataques físicos, el cerco se extiende al suministro de combustible esencial para mantener operativos los generadores de hospitales. Según la ONU, más de 100 bebés prematuros podrían morir por la falta de electricidad en incubadoras. Desde marzo, más de un centenar de trabajadores de salud (cirujanos y especialistas) tienen prohibido ingresar a la Franja, cerrando toda posibilidad de asistencia externa.
¿Hasta cuándo el mundo mirará hacia otro lado?
La situación en Gaza ha sobrepasado cualquier umbral humanitario y jurídico. La destrucción sistemática de hospitales, la negación de insumos vitales, el asesinato de civiles que buscan comida y el impedimento de donaciones de sangre no son daños colaterales, sino parte de una estrategia de exterminio progresivo que burla toda norma del derecho internacional.
El silencio o la inacción de gran parte del mundo, incluyendo organismos internacionales y gobiernos democráticos, permite que esta tragedia continúe. ¿Cuánto más debe soportar una población civil para que la comunidad internacional reaccione no con comunicados tibios, sino con acciones contundentes?
La Franja no solo se está quedando sin sangre en sus bancos hospitalarios. Se está quedando sin vida, sin recursos, sin esperanza. Y mientras el mundo duda, los cuerpos siguen acumulándose en pasillos convertidos en morgues improvisadas.