La escasez de combustible en Gaza ha colocado en riesgo inminente la vida de más de 100 bebés prematuros y cientos de pacientes graves en dos de los principales hospitales del enclave: el Hospital al-Shifa en la ciudad de Gaza y el Complejo Médico Nasser en Khan Younis. Las autoridades sanitarias, encabezadas por el director del al-Shifa, Muhammad Abu Salmiyah, advirtieron este miércoles que, de no recibir suministro inmediato de combustible, estos centros médicos podrían convertirse en “cementerios silenciosos”, debido al colapso total de sus sistemas eléctricos y de oxígeno.
Colapso hospitalario inminente y condiciones extremas para salvar vidas
El Hospital al-Shifa, el más grande de Gaza, enfrenta una crisis sin precedentes. Muhammad Abu Salmiyah señaló que más de 100 bebés prematuros y unos 350 pacientes en diálisis están en riesgo directo. Sin oxígeno y sin energía para los equipos vitales, el hospital perderá su capacidad para atender emergencias, transformándose en un lugar donde la muerte acecha en cada rincón. La unidad de diálisis ya fue cerrada para conservar energía en otras áreas críticas.

En paralelo, el Complejo Médico Nasser en Khan Younis informó que su combustible se está agotando rápidamente, con apenas 3,000 litros disponibles, suficientes solo para las próximas 24 horas. Los equipos médicos trabajan bajo un estrés extremo: realizan cirugías sin aire acondicionado, con el sudor corriendo sobre heridas abiertas, elevando el riesgo de infecciones. Esta realidad, capturada en videos virales, refleja un sistema de salud que funciona en condiciones inhumanas.
Estas circunstancias no solo evidencian el colapso inminente, sino también la grave violación a los derechos humanos básicos. La protección de la infraestructura médica y el personal sanitario en zonas de conflicto es un mandato del derecho internacional humanitario, hoy claramente ignorado.
Asedio prolongado y bloqueos: el combustible, arma mortal en Gaza
Desde marzo de 2025, Israel mantiene un bloqueo estricto que impide la entrada de combustible esencial a Gaza. Aunque se han autorizado ingresos limitados de alimentos bajo estricta supervisión, el combustible permanece bloqueado por más de cuatro meses. La ONU ha alertado que las reservas disponibles se destinan exclusivamente a áreas críticas, pero estas están a punto de agotarse.
Este bloqueo energético no es un efecto colateral de la guerra, sino una medida calculada que amenaza la vida de miles de civiles. Privar a los hospitales del combustible necesario para mantener sus operaciones pone en riesgo la vida y la salud de la población, y podría constituir una violación al derecho internacional, incluso un crimen de guerra por su impacto desproporcionado en la población civil.

El asedio asfixiante también afecta otros servicios vitales: ambulancias paralizadas, sistemas de agua al borde del colapso, y una cadena de salud pública que se desintegra aceleradamente. Este escenario demuestra que la guerra no solo se libra con bombas, sino también con bloqueos que estrangulan la vida cotidiana.
Ataques contra la salud y la indiferencia internacional
Desde octubre de 2023, más de 600 ataques israelíes han destruido o dañado gravemente centros médicos en Gaza. Solo 19 de los 36 hospitales siguen funcionando parcialmente, y más del 90% han sufrido daños irreparables. Además, más de 1,500 trabajadores de salud han sido asesinados y 185 detenidos, lo que debilita aún más la capacidad para responder a la crisis.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) describe el sistema sanitario gazatí como “de rodillas”, atrapado en una espiral de destrucción, escasez y agotamiento. Mientras tanto, organismos como UNICEF han urgido a la comunidad internacional a actuar, recordando que “el mejor personal médico no puede salvar vidas sin medicamentos ni combustible”.
Sin embargo, la respuesta global sigue siendo insuficiente. La indiferencia y el silencio de potencias con capacidad para intervenir convierten esta crisis en una tragedia humanitaria olvidada. La falta de acción perpetúa la violación sistemática de derechos fundamentales y permite que Gaza siga siendo un territorio donde la vida vale poco.
La crisis en Gaza no es un accidente ni un daño colateral inevitable. Es el resultado de políticas deliberadas que atacan sistemáticamente la infraestructura médica y niegan los recursos vitales a la población civil. Si no se abren corredores humanitarios para el combustible y los suministros médicos de forma inmediata y regular, cientos de vidas inocentes, especialmente las de bebés prematuros, se perderán en un escenario evitable.
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