Más de 1000 muertos en Sweida

Más de 1000 muertos en Sweida
Combatiente en guardia en Sweida

La provincia de Sweida, en el sur de Siria, vivió una de las semanas más sangrientas de su historia reciente. 1,120 personas fueron asesinadas en solo siete días como resultado de enfrentamientos armados entre distintas facciones, en un contexto de abandono estatal, violencia étnica y represión.

El sábado 19 de julio de 2025, la oficina del presidente sirio Ahmed al-Sharaa anunció un “alto al fuego inmediato” y el despliegue de fuerzas de seguridad en la región. La medida fue presentada como un intento por frenar el derramamiento de sangre y restaurar el orden en una provincia habitada mayoritariamente por la minoría drusa, una comunidad históricamente marginada dentro del mapa político sirio.

Sweida: violencia desbordada y comunidades indefensas

Durante la última semana, el caos se apoderó de Sweida, con reportes de ejecuciones, desapariciones forzadas, saqueos y enfrentamientos entre grupos armados no estatales, elementos ligados al gobierno y células externas con intereses geopolíticos en la región.

Los testimonios de residentes y periodistas locales coinciden en que la mayoría de las víctimas son civiles drusos y beduinos, incluidos mujeres, niños y ancianos. La violencia no ha sido producto de un conflicto entre iguales, sino de una serie de acciones sistemáticas contra una población ya golpeada por la exclusión social, económica y política.

Organizaciones de derechos humanos han advertido que las muertes podrían estar vinculadas a prácticas que configuran una limpieza étnica o persecución religiosa, lo cual constituiría un crimen de lesa humanidad bajo el derecho internacional.

¿Quién es responsable? Silencio internacional y falta de investigaciones

A pesar de la magnitud de los hechos, la respuesta internacional ha sido limitada. Las grandes potencias han evitado pronunciarse con firmeza, y los organismos multilaterales no han enviado misiones de verificación independientes a la zona.

La intervención de Israel, con bombardeos sobre territorio sirio bajo el argumento de proteger a la comunidad drusa, ha añadido una dimensión geopolítica aún más compleja. Si bien Israel justifica su accionar como una medida humanitaria, diversas voces dentro de Sweida, de todo el país sirio y de la comunidad internacional lo interpretan como una jugada estratégica para desestabilizar aún más la zona y debilitar al gobierno sirio en transición.

El gobierno de Siria, por su parte, insiste en que los operativos buscan “garantizar la seguridad nacional” y desarticular “grupos extremistas”. Sin embargo, no ha presentado pruebas claras que vinculen a la población civil drusa y beduina con estos grupos. En cambio, múltiples informes de campo denuncian una represión generalizada y discriminatoria contra estas minorías.

Diversos observadores señalan que las minorías han sido víctimas de una política de abandono por parte del Estado, desde Assad, con una ausencia crónica de inversión pública, falta de representación y escasa infraestructura, lo cual ha generado un caldo de cultivo para la violencia y la impunidad.

El alto al fuego: ¿punto final o pausa estratégica?

La declaración de alto al fuego inmediato por parte del presidente Ahmed al-Sharaa ha sido recibida con escepticismo. Si bien se ha detenido el fuego cruzado en algunas zonas, la población sigue expuesta a represalias, detenciones arbitrarias y bloqueos de ayuda humanitaria.

El despliegue de fuerzas de seguridad en Sweida se anuncia como una medida para garantizar la paz, pero para muchas familias significa la llegada de más represión y vigilancia, sin garantías de justicia.

La presidencia siria ha hecho un llamado a todas las partes a “respetar plenamente” el acuerdo de cese al fuego, pero no ha presentado un plan concreto para investigar las masacres, sancionar a los responsables ni reparar a las víctimas.

¿Qué exigen las organizaciones de derechos humanos?

Organismos internacionales, activistas y líderes de la diáspora drusa exigen:

  • Una investigación internacional independiente sobre los crímenes cometidos en Sweida.
  • El reconocimiento del carácter étnico y religioso de la violencia ejercida contra la comunidad drusa y beduina.
  • Garantías reales de no repetición, incluyendo protección internacional y la desmilitarización de la región.

Además, se hace un llamado urgente a la comunidad internacional, en especial a la ONU y la Corte Penal Internacional, para que actúen antes de que esta crisis se profundice aún más.

La defensa de las minorías no puede ser opcional

La violencia en Sweida no es solo una tragedia local. Es un síntoma de un modelo autoritario que criminaliza la diferencia y castiga la autonomía comunitaria. Proteger a las minorías hoy es defender los derechos humanos de todos mañana.

Ignorar esta limpieza silenciosa es permitir que se repita.

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