Cinco miembros de la Defensa Civil Palestina desaparecieron en el barrio de Tel Sultan, al oeste de Rafah, durante una ofensiva militar lanzada por el ejército israelí a finales de marzo de 2025, en el sur de la Franja de Gaza. Los rescatistas habían sido enviados para asistir a paramédicos de la Media Luna Roja Palestina atrapados tras los intensos bombardeos, cuando fueron alcanzados en lo que testigos describen como un ataque directo y deliberado. Desde entonces, no se ha tenido noticias de su paradero, y organizaciones locales denuncian que maquinaria pesada fue utilizada para ocultar los cuerpos.
Un rescate interrumpido: lo que se sabe hasta ahora
La Defensa Civil Palestina informó que su unidad había sido desplegada para asistir a personal de la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina, con quienes se perdió contacto poco después de que las fuerzas israelíes rodearan el área. Seis días después del suceso, cinco rescatistas palestinos siguen desaparecidos.

El testimonio más impactante provino de los equipos que finalmente lograron ingresar a la zona con apoyo de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA). Lo que encontraron fue devastador: restos humanos mutilados, ambulancias calcinadas, vehículos de rescate destruidos, y el cuerpo del jefe de misión, Anwar Abdel Hamid Al-Attar, desmembrado entre los escombros.
Además, la Defensa Civil denunció que maquinaria pesada fue empleada presuntamente para ocultar los cuerpos de las víctimas. La acusación plantea una grave infracción al derecho internacional humanitario y abre la posibilidad de que se estén cometiendo crímenes de guerra.
¿Un patrón sistemático de ataques a personal humanitario?
Esta no es la primera vez que se reportan agresiones directas contra socorristas en Gaza. Las autoridades locales y diversas ONG han documentado ataques similares en semanas anteriores. La Oficina de Prensa del Gobierno de Gaza aseguró que al menos 15 trabajadores de emergencia, entre paramédicos y bomberos, han sido detenidos o atacados durante sus labores humanitarias en Rafah.
Organizaciones internacionales han señalado que los equipos de rescate operan claramente identificados, con uniformes y vehículos marcados, lo cual convierte cualquier agresión contra ellos en una violación directa a los Convenios de Ginebra. A pesar de ello, la respuesta internacional ha sido tímida o inexistente, y las denuncias rara vez avanzan en mecanismos de justicia.
Rafah, el epicentro de una tragedia prolongada
Desde octubre de 2023, la Franja de Gaza vive una escalada de violencia sin precedentes. Según cifras del Ministerio de Salud palestino, más de 50.200 personas han muerto, en su mayoría mujeres y niños, mientras otras 113.900 han resultado heridas. Rafah, al sur del enclave, ha sido una de las zonas más castigadas por los bombardeos y operaciones militares.

El 18 de marzo, el ejército israelí rompió un acuerdo de alto al fuego e intercambio de prisioneros con Hamás, iniciando una nueva ofensiva aérea que dejó al menos 855 muertos y cerca de 1.900 heridos. La operación no solo afectó a infraestructuras civiles, sino también a hospitales, ambulancias y centros logísticos de emergencia.
¿Dónde está la comunidad internacional?
Pese a la magnitud de los hechos, la condena internacional ha sido limitada y carece de acciones concretas. La intervención tardía de organismos como la ONU ha sido insuficiente para prevenir más pérdidas humanas o garantizar la protección del personal humanitario en terreno.
Las imágenes de un rescatista palestino cargando a un herido bajo fuego abierto mientras su equipo desaparecía, se han vuelto virales en redes sociales. Pero, más allá de su impacto visual, revelan una dura verdad: incluso aquellos que arriesgan su vida por otros, están desprotegidos.
La historia de los cinco desaparecidos de Tel Sultan no debe diluirse entre cifras y comunicados diplomáticos. Detrás de cada nombre hay una familia, una vocación y una misión. Y mientras la guerra continúa, la pregunta permanece: ¿quién protege a los que protegen?.
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