Mujeres afganas desafían a los talibanes con clubes de lectura clandestinos

Mujeres en Afganistán crean clubes de lectura secretos en WhatsApp y Telegram para resistir la represión talibán y defender sus derechos
Mujeres en Afganistán crean clubes de lectura secretos en WhatsApp y Telegram para resistir la represión talibán y defender sus derechos

Kabul, Afganistán, 2025. Desde que los talibanes retomaron el poder en 2021, las mujeres afganas han visto sus derechos más básicos borrados de un plumazo. Fahr Parsi, licenciada en Derecho de 29 años, fundadora de una biblioteca femenina en Kabul, vio cómo su espacio educativo y cultural cerraba de la noche a la mañana. Ante la imposibilidad de continuar con sus estudios y de asistir a la universidad, Parsi decidió crear un club de lectura clandestino en WhatsApp y Telegram, dando inicio a una red de resistencia que hoy conecta a más de 300 mujeres dentro y fuera del país. Esta acción demuestra que, incluso en condiciones de represión extrema, la lucha por la educación y la libertad de pensamiento persiste.

La represión talibán y el «apartheid de género»

Desde su retorno al poder, los talibanes han impuesto prohibiciones sistemáticas contra las mujeres: las escuelas secundarias y universidades femeninas permanecen cerradas, se restringe el acceso a trabajos, bibliotecas, parques y gimnasios, y los desplazamientos requieren la compañía de un mahram. Los castigos por desobedecer estas normas incluyen detenciones arbitrarias, tortura y abuso sexual, según denuncias de activistas y organismos internacionales.

Los libros también son blanco de esta campaña ideológica. Bibliotecas públicas de Kabul y Herat han sido saqueadas y miles de volúmenes confiscados por contener contenidos considerados “contrarios a la ideología islámica” o representar imágenes de seres vivos. Zalmai Forotan, inspector talibán de bibliotecas, confirmó que los textos son ahora revisados y censurados sistemáticamente, dejando las estanterías cada vez más vacías y privando a la población de acceso al conocimiento.

“Aunque no se nos vea manifestándonos en las calles de Kabul, eso no significa que hayamos dejado de protestar. Solo hemos adaptado nuestra resistencia a la nueva realidad”, asegura Shahrbanu Haidari, defensora de los derechos de las mujeres afganas, desde el exilio en el Reino Unido.

Clubes de lectura como espacios de resistencia

Frente a este escenario, las mujeres afganas han buscado formas de continuar su educación de manera clandestina. Fahr Parsi transformó su biblioteca física en una red digital: a través de WhatsApp y Telegram comparte archivos PDF de libros prohibidos y organiza sesiones de lectura seguras con un grupo reducido de socias de confianza. Las participantes intercambian opiniones mediante fotos y mensajes cifrados, evitando hablar de política para no atraer la atención de los servicios de inteligencia talibanes.

Fahima, una joven de 18 años, relata cómo estos clubes le permitieron seguir aprendiendo tras la cancelación de su educación formal: “Mi sueño era ser médica, pero ya hace casi cuatro años que dejé los estudios. Gracias al club he leído 35 libros y escribo relatos sobre la vida bajo el régimen talibán. Esto me da esperanza y fuerza para continuar”.

La operación requiere extrema cautela. Las nuevas integrantes son examinadas cuidadosamente antes de integrarlas a los grupos digitales, y los libros impresos solo se prestan a aquellas de total confianza. Las reuniones físicas, aunque mínimas, se realizan en lugares secretos para evitar arrestos y represalias familiares. Esta metodología evidencia la creatividad y resiliencia de las mujeres afganas, que han convertido la lectura en un acto de resistencia silenciosa.

Apoyo internacional desde el exilio

La resistencia no se limita a Afganistán. Mujeres afganas en Europa y Estados Unidos han creado redes de apoyo que facilitan el acceso a literatura y educación a distancia. Maryam Amwaj, activista en Alemania, coordina un grupo de Telegram con otras mujeres en el exilio, enviando PDFs de textos islámicos, ciencias sociales y novelas a niñas afganas, quienes luego comparten sus reflexiones y análisis.

Activistas por los derechos de las mujeres en Afganistán habian abierto una biblioteca en Kabul para ayudarlas con su educación en 2022
Activistas por los derechos de las mujeres en Afganistán habian abierto una biblioteca en Kabul para ayudarlas con su educación en 2022

Shahrbanu Haidari explica que estas iniciativas son un frente crucial en la lucha por la mente y el futuro de las mujeres: “Es una forma de resistencia consciente contra la campaña de los talibanes para apoderarse de la mente de las niñas afganas. Cada libro leído es una luz frente a la oscuridad”.

Estos clubes y círculos educativos clandestinos representan un contrapeso a la estrategia de represión total: mientras los talibanes intentan silenciar a las mujeres, ellas se organizan, leen y enseñan, demostrando que la educación no puede ser eliminada por decretos ni amenazas.

Leer como acto de libertad

La historia de Fahr Parsi y sus compañeras refleja que la resistencia puede adoptar formas silenciosas pero poderosas. La literatura, el debate y la educación se convierten en armas frente a un régimen que busca controlar cuerpos y mentes. Sin embargo, la atención internacional sigue siendo limitada, y la represión continúa dejando a las mujeres aisladas y vulnerables.

Si el mundo sigue mirando hacia otro lado, ¿cómo podrán las niñas y mujeres afganas ejercer sus derechos más básicos? La lucha por la educación femenina en Afganistán demuestra que el conocimiento es un acto de libertad, y que protegerlo es una responsabilidad colectiva.

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