Netanyahu propone a Trump para el premio Nobel de la Paz

La nominación de Netanyahu a Trump ha sido recibida con indignación por organizaciones de derechos humanos, que recuerdan que el primer ministro es investigado por crímenes de guerra
La nominación de Netanyahu a Trump ha sido recibida con indignación por organizaciones de derechos humanos, que recuerdan que el primer ministro es investigado por crímenes de guerra

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, anunció este lunes 7 de julio de 2025, durante una cena oficial en la Casa Blanca que ha nominado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al Premio Nobel de la Paz. La reunión, marcada por tensiones geopolíticas, se dio en medio de los llamados internacionales para detener la ofensiva israelí sobre Gaza, la cual ha provocado la muerte de casi 60,000 personas, en su mayoría civiles palestinos, según organizaciones humanitarias.

La información fue confirmada por Reuters y ha desatado críticas tanto en medios diplomáticos como entre defensores de los derechos humanos, quienes cuestionan la legitimidad de otorgar un galardón de paz a un personaje involucrado en decisiones que han alimentado conflictos armados.

Una nominación que contradice el panorama humanitario en Gaza

La postulación de Trump al Nobel de la Paz ocurre en un momento de extrema violencia en la Franja de Gaza, donde las supuestas operaciones militares de Israel contra Hamás han causado una catástrofe humanitaria sin precedentes. A pesar de los esfuerzos diplomáticos para alcanzar un cese al fuego, Israel mantiene su ofensiva alegando motivos de seguridad nacional.

Durante la cena en el Salón Azul de la Casa Blanca, Netanyahu entregó a Trump una carta dirigida al comité del Nobel en la que destaca sus supuestos esfuerzos para promover la paz en Medio Oriente. Sin embargo, el contexto actual desmiente esa narrativa: la población palestina vive bajo bombardeos constantes, restricciones al acceso de ayuda humanitaria y desplazamientos forzados que organizaciones internacionales ya han calificado como crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio.

Netanyahu entrega a Trump, documento con nominación al Premio Nobel de la Paz.

La contradicción entre el acto simbólico de la nominación y la realidad en Gaza resalta la desconexión entre el discurso político y la situación en el terreno, donde miles de familias han sido desplazadas y enfrentan condiciones inhumanas.

Negociaciones en Qatar y presiones por un alto al fuego

Paralelamente a la reunión en Washington, delegaciones de Israel y Hamás reanudaron conversaciones indirectas en Qatar tras seis semanas de estancamiento. Aunque ambas partes han mostrado disposición para alcanzar un acuerdo, los principales puntos de fricción siguen sin resolverse: Israel exige la eliminación total de Hamás, mientras que la facción palestina solicita garantías de que la ofensiva no continuará tras un eventual cese al fuego.

Netanyahu aseguró que su gobierno busca ofrecer “un futuro mejor” a los palestinos y afirmó que están en contacto con varios países para reubicar a la población civil. Sin embargo, informes recientes filtrados por medios israelíes revelan un plan para trasladar por la fuerza a los palestinos hacia un campo de refugiados en Rafah, lo cual ha sido denunciado como parte de una estrategia de limpieza étnica.

Frente a estas acusaciones, Netanyahu respondió que “la gente debería poder quedarse o irse por voluntad propia”, aunque evitó explicar cómo podrían ejercer esa libertad en medio de una ocupación militar y la destrucción de sus hogares.

Trump evita responder sobre Palestina y se centra en Irán

Durante el encuentro, Trump prefirió desviar preguntas sobre la situación en Gaza y la posibilidad de una solución de dos Estados. En su lugar, reiteró su deseo de evitar una nueva confrontación con Irán, país que recientemente fue blanco de ataques estadounidenses como parte de una breve escalada bélica con Israel.

Reunión entre Netanyahu y Trump en la Casa Blanca

“Esperamos que no sea necesario volver a atacar”, comentó el mandatario, sugiriendo que Teherán estaría interesado en negociar. No ofreció detalles sobre futuras conversaciones, pero prometió que habría anuncios al respecto en los próximos días.

Sobre Ucrania, Trump cambió su retórica habitual al mostrarse decepcionado con el presidente ruso, Vladimir Putin, y prometió retomar los envíos de armamento al ejército ucraniano. “Tienen que poder defenderse. Están recibiendo fuertes golpes”, afirmó, pese a que la Casa Blanca había suspendido recientemente ciertas entregas por escasez de municiones.

¿Premiar a quienes alimentan conflictos?

El anuncio de Netanyahu ha encendido el debate sobre el significado del Premio Nobel de la Paz y la politización del galardón. Para activistas y observadores internacionales, nominar a Trump en medio de una guerra activa en la que su aliado más cercano está acusado de crímenes contra la humanidad es una afrenta al espíritu del premio.

Además de su política exterior agresiva, Trump ha sido criticado por sus decisiones que, lejos de pacificar, han intensificado conflictos en varias regiones del mundo. Su reconocimiento por parte de Netanyahu, más que una muestra de gratitud, parece una estrategia para blindarse políticamente frente a las crecientes críticas por su manejo de la guerra en Gaza y las órdenes de arresto internacionales en su contra.

El Premio Nobel de la Paz representa, en su esencia, un reconocimiento a los esfuerzos sinceros y tangibles por la reconciliación, la justicia y la no violencia. Utilizarlo como una herramienta política, sobre todo en medio de una guerra activa y bajo acusaciones graves de violaciones a los derechos humanos, compromete su legitimidad moral.

Este tipo de nominaciones refuerzan la desconfianza pública en las instituciones internacionales y envían un mensaje peligroso: que la violencia puede ser perdonada o incluso recompensada si se cuenta con el respaldo político adecuado. Desde una mirada internacionalista y ética, esto es inaceptable.

El verdadero sentido de la paz

La paz no es un discurso ni una carta entregada durante una cena diplomática. Es un proceso complejo que exige responsabilidad histórica, empatía con las víctimas y un compromiso genuino con la verdad. Que Netanyahu asuma que tiene la legitimidad moral para nominar al Nobel de la Paz resulta incompatible con estos principios, y representa una oportunidad desperdiciada para visibilizar a quienes verdaderamente construyen la paz desde el respeto irrestricto a los derechos humanos.

El pueblo palestino necesita algo más que promesas: necesita un futuro donde la dignidad y la vida sean protegidas, no utilizadas como moneda de cambio en el juego de las potencias.

Para más información sobre el genocidio en Gaza y sus consecuencias humanitarias, da click aquí.

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