La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió este martes que más de 14,000 bebés en Gaza podrían morir en las próximas 48 horas si no se permite el ingreso inmediato de ayuda humanitaria. La alarma fue emitida por Tom Fletcher, subsecretario general para Asuntos Humanitarios, durante una entrevista en el programa Today de la cadena británica BBC. Esta declaración se produce en medio de un cerco prolongado impuesto por Israel, que ha restringido severamente el acceso de insumos básicos desde octubre de 2023.
La cifra no es producto de una estimación vaga, sino del trabajo de equipos especializados que operan sobre el terreno y reportan en tiempo real el estado de salud y nutrición de la población. Mientras tanto, miles de camiones con alimentos y suministros médicos aguardan en puntos de control, sin autorización para ingresar. El tiempo se agota, y las consecuencias podrían ser irreversibles.
Un bloqueo que asfixia
Desde el inicio del conflicto en octubre de 2023, el bloqueo sobre Gaza se ha intensificado, afectando gravemente a la población civil. Israel, que justifica estas restricciones como parte de sus medidas de seguridad frente a Hamás, ha sido señalado por múltiples organismos internacionales por aplicar prácticas que podrían constituir castigo colectivo.

Aunque el gobierno israelí afirma que no desea una hambruna, su decisión de permitir solo un “puente mínimo y básico” de insumos refleja una política restrictiva. En los últimos días, supuestamente cinco camiones con ayuda han podido entrar al enclave, lo que representa una fracción insignificante frente a las necesidades reales de la población en Gaza. La mayoría de estos recursos ni siquiera ha llegado a las zonas más vulnerables, donde los bebés menores de un año enfrentan cuadros severos de desnutrición y falta de atención médica.
Gaza: Donde nacer se ha vuelto una condena
La situación de los bebés en Gaza no es solo crítica, sino insostenible. En hospitales colapsados y sin electricidad, los recién nacidos carecen de acceso a incubadoras, fórmulas infantiles, agua potable y atención pediátrica. Las condiciones sanitarias son deplorables, y los equipos médicos trabajan en medio de la escasez absoluta de recursos. La ONU ha recalcado que los efectos del hambre, combinados con la falta de medicamentos esenciales, ponen en riesgo a miles de niños que aún no cumplen su primer año de vida.
El hambre se ha convertido en una herramienta de guerra, y las consecuencias están siendo pagadas por quienes no tienen voz ni capacidad de defensa.
La respuesta internacional: Palabras duras, acciones tibias
Reino Unido, Francia y Canadá han expresado su preocupación ante la ofensiva israelí, y han llegado a amenazar con “medidas concretas” si no se detiene la escalada militar. Sin embargo, hasta ahora las sanciones o decisiones diplomáticas firmes no se han materializado. Los pronunciamientos parecen no tener correlato con las acciones, y eso ha generado desconfianza tanto en la sociedad civil como en organizaciones defensoras de derechos humanos.

En respuesta a estas críticas, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha acusado a estos países de “recompensar a Hamás”, reforzando una narrativa que mezcla seguridad nacional con justificación de excesos militares. Mientras se mantiene este juego diplomático, la población civil continúa atrapada sin salida.
Estados Unidos y su propuesta: ¿Solución humanitaria o marketing político?
En paralelo, Estados Unidos anunció la creación de un nuevo mecanismo para distribuir alimentos a Gaza: la llamada Fundación Humanitaria de Gaza. Esta organización promete entregar hasta 300 millones de comidas en los próximos meses. Sin embargo, no hay claridad sobre los plazos de implementación ni sobre las garantías de acceso para las comunidades más necesitadas.
Críticos de esta iniciativa señalan que la propuesta llega tarde y con muchas ambigüedades, y podría funcionar más como estrategia de contención mediática que como una solución efectiva a corto plazo.
El riesgo de perder 14,000 vidas en tan solo dos días no debería generar debate, sino una acción inmediata. La ONU ha sido clara: La única forma de evitar una tragedia masiva es abrir los corredores humanitarios sin restricciones políticas ni militares. Cada hora que pasa sin respuesta concreta puede significar la muerte de más niños, el colapso definitivo del sistema sanitario en Gaza y un nuevo capítulo vergonzoso en la historia de la humanidad.
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