Paniz Faryousefi acaba de romper uno de los vetos culturales más persistentes en Irán: se ha convertido en la primera mujer en dirigir la Orquesta Sinfónica de Teherán en el Auditorio de la Unidad, y la primera en encabezar una orquesta sinfónica iraní desde la Revolución Islámica de 1979.
¿Quién es Paniz Faryousefi?
Paniz Faryousefi estudió violín en el Conservatorio de Música de Teherán, donde inició su trayectoria dentro de la música clásica. Más tarde continuó su preparación en el Conservatorio Estatal Komitas de Armenia, una institución reconocida por su enfoque disciplinado y su excelencia en las artes escénicas. Durante estos años, Paniz Faryousefi fue influenciada por figuras como el director Aram Gharabekian y el ruso Stanislav Kochanovsky, cuyas metodologías marcaron su estilo de dirección: minimalista, preciso y profundamente expresivo.
Además de su labor como directora, Paniz Faryousefi ha trabajado como concertino de la Filarmónica de Teherán y como compositora, lo que le ha permitido comprender la música desde múltiples ángulos. Esta versatilidad se refleja en su capacidad para guiar orquestas completas con firmeza, empatía y una visión artística clara.

Con su propio camino, Paniz Faryousefi inspira a nuevas generaciones de jóvenes iraníes que buscan un espacio en el arte, recordando que cada avance cultural es también un avance en derechos y libertades.
Una conquista cultural en un país que vigila a las mujeres
El debut de Faryousefi no es un simple acontecimiento artístico; es un cruce entre cultura, resistencia y reivindicación de derechos en Irán. Durante más de cuatro décadas, las mujeres pudieron participar como instrumentistas o liderar conjuntos juveniles, pero la dirección de la Orquesta Sinfónica de Teherán había permanecido vedada para ellas.
Tras el concierto, la directora expresó con serenidad la magnitud del momento:
“El arte pertenece a la humanidad, no a hombres ni mujeres”, afirmó. “La presencia de una mujer en el podio aún puede parecer inusual en Irán, pero la música es nuestro lenguaje común”.

Aunque su nombramiento marca un antes y un después, Faryousefi se suma a una trayectoria de mujeres que han intentado entrar en espacios tradicionalmente cerrados. En 2014, Nazanin Aghakhani dirigió la Orquesta Juvenil de Teherán; en 2018, Nezhat Amiri logró dirigir un conjunto de 71 músicos. Aghakhani incluso fue invitada años antes a dirigir la Orquesta Sinfónica, pero el Estado le negó los permisos para presentarse en público.
La historia reciente de estas restricciones refleja un entorno político donde el control sobre el cuerpo y la presencia de las mujeres continúa siendo un eje central. Tras las protestas de “Mujer, Vida, Libertad”, que fueron brutalmente reprimidas, la vigilancia persiste aunque algunos mecanismos punitivos hayan perdido fuerza. En ese contexto, la presencia de una mujer en el podio adquiere un profundo significado simbólico.
Voces desde adentro: disciplina, empatía y resistencia
Faryousefi explicó que los ensayos iniciales requirieron un esfuerzo adicional para consolidar la coordinación del grupo, pero destacó el profesionalismo y la empatía de las y los músicos:
“Después de tres sesiones, todo fluyó. Sentí un apoyo genuino; no importaba mi género, importaba la música”.
También reconoció la influencia de figuras como Aram Gharabekian, quien marcó su formación en Armenia, y del director ruso Stanislav Kochanovsky, a quien admira por “el minimalismo y la belleza” de su estilo.
Agradeció a la Fundación Rudaki y al consejo artístico por confiar en su liderazgo, resaltando que este nombramiento es también un mensaje para las nuevas generaciones de mujeres:
“Espero que mi experiencia abra camino a otras jóvenes que sueñan con dirigir”.
Memoria, arte y libertad
Este hito no solo marca un avance artístico: recupera un espacio que las mujeres iraníes habían perdido. Antes de 1979, las mujeres participaban activamente en la vida cultural del país: formaban parte de orquestas, estudiaban en conservatorios, aparecían en televisión nacional, componían, interpretaban y ocupaban escenarios clásicos y tradicionales. Con la imposición de nuevas restricciones, esa presencia fue borrada, silenciada o relegada a espacios secundarios.
El debut de Paniz Faryousefi es una respuesta directa a décadas de exclusión. Su liderazgo en el podio simboliza la fuerza de generaciones de mujeres que nunca dejaron de reclamar sus derechos, incluso frente a represión, censura y vigilancia. Es una victoria que nace de una lucha larga y sostenida por recuperar los lugares que les fueron arrebatados.
Artistas, activistas y mujeres de todo el país ven este momento como un recordatorio de lo que han sido, lo que pueden ser y lo que aún reclaman: el derecho a existir plenamente en el espacio público y cultural de su país.
🔗 Para conocer más sobre la lucha de las mujeres iraníes por su libertad y derechos, da clic aquí.