Paul Biya, presidente de Camerún, de 92 años, ha sido reelegido para un octavo mandato el 12 de octubre de 2025, según anunció el Consejo Constitucional del país. La votación tuvo lugar en medio de crecientes tensiones sociales y políticas, con manifestaciones en Douala, Yaundé y otras ciudades que derivaron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y al menos cuatro muertos. La elección consolidará a Biya en el poder hasta 2032, acercándolo a los 100 años, mientras más del 60 % de los ciudadanos cameruneses nunca han conocido a otro jefe de Estado.
Paul Biya: Una presidencia que desafía generaciones
Biya gobierna Camerún desde 1982, beneficiándose de una enmienda constitucional que eliminó los límites de mandato. La mayoría de los 30 millones de habitantes del país nunca ha experimentado otro liderazgo, lo que ha generado un creciente descontento entre la juventud. Más del 70 % de los ciudadanos tiene menos de 35 años y enfrentan altos niveles de desempleo y precariedad laboral, mientras los beneficios económicos del país permanecen concentrados en las élites.
“La sensación de frustración entre los jóvenes es palpable. Muchos esperaban un cambio que nunca llegó”, afirma Emile Sunjo, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Buea. “Camerún corre el riesgo de entrar en una anarquía si no se atienden estas demandas sociales”.
La descalificación de Maurice Kamto, principal líder opositor, antes de las elecciones generó acusaciones de manipulación política y uso de recursos estatales para favorecer a Biya, aumentando la sensación de ilegitimidad del proceso electoral.
Represión y violencia durante las elecciones
Los días previos y posteriores a la votación estuvieron marcados por protestas masivas en ciudades como Douala, Garoua y Maroua. Manifestantes denunciaron la violencia de las fuerzas de seguridad, detenciones arbitrarias y el uso excesivo de gases lacrimógenos.

“Estoy dispuesto a arriesgar mi vida para defender mi voto. Voté por Tchiroma porque quiero un cambio”, declaró Oumarou Bouba, comerciante de 27 años, desde Maroua. En paralelo, partidarios de Biya defendieron su continuidad, señalando logros en infraestructura, como la autopista Yaundé-Douala, y proyectos de desarrollo que requieren más tiempo para completarse.
Organizaciones de la sociedad civil observaron irregularidades, incluyendo votantes fallecidos en las listas, distribución desigual de papeletas y manipulación de urnas. Aunque la misión de la Unión Africana aseguró que la votación se realizó “en gran medida de acuerdo con los estándares internacionales”, la evidencia local y los testimonios ciudadanos contradicen esta afirmación.
Crisis política y humanitaria en Camerún
La permanencia prolongada de Biya ha coincidido con conflictos graves en el país. En el norte, ataques de Boko Haram han afectado a miles de civiles, mientras que en las regiones anglófonas del noroeste y suroeste, la insurgencia separatista ha causado la muerte de casi 7.000 personas y el desplazamiento de más de un millón. La imposición del francés en escuelas y tribunales ha profundizado la tensión, evidenciando una política de exclusión lingüística y cultural.
A pesar de ser un país productor de petróleo, la mayoría de los jóvenes enfrenta precariedad laboral, con un 57 % trabajando en empleos informales. La desigualdad y la falta de oportunidades refuerzan la percepción de que el sistema político beneficia únicamente a quienes están cerca del poder.
¿Hasta cuándo?
La reelección de Paul Biya plantea un desafío histórico para Camerún y para el continente africano: la concentración prolongada del poder frente a una población mayoritariamente joven y marginada. La pregunta que persiste es si este modelo de gobierno, sostenido por represión y manipulación electoral, podrá sostenerse sin profundizar la crisis social y política. La juventud y las fuerzas de oposición enfrentan la urgente necesidad de encontrar caminos para la participación ciudadana efectiva y la defensa de los derechos humanos en un contexto cada vez más polarizado.
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