La profesora Irmgard Emmelhainz denuncia despido en universidad de México tras proyectar documentales sobre Palestina

La profesora Irmgard Emmelhainz fue separada de su cargo en Universidad Centro tras hablar de Palestina en clase. Su denuncia alerta sobre el avance de la censura académica en México
La profesora Irmgard Emmelhainz fue separada de su cargo en Universidad Centro tras hablar de Palestina en clase. Su denuncia alerta sobre el avance de la censura académica en México

La profesora Irmgard Emmelhainz fue despedida de la Universidad Centro, en Ciudad de México, luego de proyectar documentales que mostraban la ocupación en Palestina. Denunció censura académica, precariedad laboral y una disminución alarmante de la libertad de cátedra. La institución no ha emitido una postura oficial.

Una académica silenciada por hablar de Palestina

En un nuevo episodio que pone en duda la libertad de cátedra en instituciones privadas mexicanas, la escritora, investigadora y profesora Irmgard Emmelhainz denunció su despido injustificado de la Universidad Centro, en la Ciudad de México, después de proyectar documentales que abordaban la ocupación de Palestina desde la mirada de quienes la sufren.

Emmelhainz, quien formó parte del programa de cine documental por más de una década, relató en un comunicado que su salida estuvo precedida por un entorno de creciente censura, presión administrativa y estigmatización del pensamiento crítico en torno a dos temas que la universidad, según ella, ha convertido en tabú: La perspectiva palestina y la educación con enfoque de género.

“En mi experiencia, actualmente hay dos temas tabú en Centro: el genocidio del pueblo palestino y la educación en la perspectiva de género. Por eso, hago un llamado a la comunidad académica de Centro a defender la libertad de expresión y la libertad de cátedra, y a hacer conciencia de que a raíz de la pandemia, ha disminuido la tolerancia y se ha enrarecido el ambiente en los salones de clases”, dice el comunicado de la académica.

Este hecho, que fue reportado por medios como Aristegui Noticias y ha desatado indignación en redes sociales y encendido el debate sobre los límites a la libertad académica y el uso político del “antisionismo” como sinónimo automático de antisemitismo, especialmente en contextos educativos.

La libertad de cátedra, bajo ataque

«Desafortunadamente no tenían horas que ofrecerme el próximo semestre». Así fue como, según su testimonio, la universidad comunicó su despido tras más de diez años de docencia. Sin carta formal, sin evaluación crítica, sin proceso transparente. Solo el peso de una decisión que parece estar alineada con el creciente silenciamiento de voces incómodas.

La académica explicó que los contenidos proyectados en su clase como Ruta 181, Los hijos de Arna o el cine político de Jean-Luc Godard siempre fueron presentados con apertura al diálogo y a la crítica, permitiendo incluso a estudiantes disidentes mostrar material alternativo en clase. Aun así, luego del ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, surgieron nuevas denuncias estudiantiles que terminaron por sellar su salida.

La acusación más grave: antisemitismo. Pero, como ella misma argumenta, no se le dio oportunidad de aclarar, dialogar o reparar. Su intento de respuesta fue descartado por el propio Comité Académico que debía mediar el conflicto. Dos semanas después, fue despedida.

Irmgard también relata que, a lo largo de los años, se formó una red de estudiantes judíos propalestinos interesados en conocer la historia de este pueblo. A pesar de ello, fue despedida debido a denuncias de antisemitismo y de cultura «woke» presentadas por otros alumnos.

¿Crítica política o censura institucional?

Resulta inquietante que la misma universidad que en 2019 celebró la publicación de su libro El cielo está incompleto: Cuaderno de viaje en Palestina, ahora la haya dejado sin aula ni voz. ¿Qué cambió? ¿Fue la presión posterior a los ataques del 7 de octubre lo que llevó a la institución a cancelar toda disidencia sobre el tema?

A nivel internacional, cada vez es más frecuente que académicos, periodistas o activistas sean silenciados por denunciar los abusos contra el pueblo palestino, bajo el pretexto de que sus críticas atentan contra “la neutralidad” o fomentan el odio. Sin embargo, defensores de derechos humanos advierten que esta narrativa invisibiliza la ocupación, el apartheid y las violaciones sistemáticas de derechos cometidas en territorio palestino.

La censura académica no solo elimina la pluralidad de ideas, sino que refuerza una peligrosa lógica de impunidad: quien incomoda, quien cuestiona, quien desmantela el relato dominante, es eliminado del espacio público.

Silencio institucional

Hasta el momento, la Universidad Centro no ha emitido ningún posicionamiento público sobre la denuncia. Mientras tanto, exalumnos, colegas y usuarios en redes sociales han expresado su respaldo a la académica y su preocupación por lo que consideran un retroceso alarmante en los derechos académicos y humanos.

Este caso no es un hecho aislado. Es parte de una tendencia global donde se intenta borrar toda narrativa que cuestione los intereses hegemónicos, incluso cuando se trata de temas tan fundamentales como el derecho internacional humanitario, la libertad de expresión y el pensamiento crítico.

¿Quién decide qué se puede enseñar?

En tiempos donde la censura se disfraza de «neutralidad», el despido de Irmgard Emmelhainz nos obliga a preguntarnos: ¿Quién define los límites de la información en las aulas? ¿Qué voces están siendo sistemáticamente silenciadas? ¿Y por qué?

Lo que está en juego no es solo el derecho de una profesora a proyectar películas incómodas, sino el derecho de toda una generación a acceder a una educación crítica, diversa y libre.

Porque callar a una académica no borra la historia. Solo la entierra… hasta que alguien la vuelva a desenterrar.

Para más información sobre el genocidio en Gaza y sus consecuencias humanitarias, da click aquí.

WhatsApp
Facebook
Twitter
LinkedIn