Brutal ataque a tres niñas afganas en Houston por más de 20 estudiantes

tres niñas afganas refugiadas víctimas de agresión masiva por más de 20 compañeros de clase
Tres niñas afganas refugiadas víctimas de agresión masiva por más de 20 compañeros de clase

Tres niñas afganas refugiadas fueron brutalmente atacadas dentro de la escuela Paul Revere Middle School, en Houston, Texas, por un grupo de al menos 20 estudiantes, en lo que organizaciones defensoras de derechos civiles han denunciado como un acto de violencia islamófoba y de género. La agresión ocurrió durante el almuerzo, cuando las menores —todas portando hijab— fueron rodeadas, golpeadas, despojadas de sus velos y presuntamente apuñaladas con lápices por sus propios compañeros de clase. Una de ellas perdió el conocimiento y fue hospitalizada durante cuatro días. El hecho, captado en video, ha generado indignación a nivel nacional y reabrió el debate sobre la creciente hostilidad contra comunidades musulmanas en entornos escolares de Estados Unidos.

De Afganistán a Texas: El trayecto de la esperanza convertido en trauma

Las tres menores y sus familias llegaron a Estados Unidos como refugiadas, huyendo del contexto de inseguridad y de violencia en Afganistán, tras el regreso al poder del régimen talibán en 2021. Como muchas otras personas desplazadas, confiaron en que EE. UU. ofrecería un entorno seguro y respetuoso para rehacer sus vidas. Sin embargo, lo que vivieron dentro de un comedor escolar pone en duda la eficacia de los mecanismos de protección del sistema educativo estadounidense para las comunidades más vulnerables.

Este episodio no representa únicamente un acto de acoso escolar: Es, según expertos y defensores de derechos civiles, una clara manifestación de intolerancia religiosa y étnica, enmarcada dentro del creciente fenómeno de islamofobia en EE.UU.

El rol del distrito escolar: Justicia para las niñas afganas

A pesar de la contundencia de los hechos, y de que el ataque fue registrado por cámaras de estudiantes y de seguridad de la escuela, la respuesta del Distrito Escolar de Houston ha sido ampliamente criticada. En un comunicado oficial, HISD minimizó el suceso, asegurando que solo hubo una víctima y calificando el incidente como un conflicto entre estudiantes.

Además, según el abogado de la familia, Ahsan Patoli, la solicitud para reubicar a las menores en otro centro educativo fue inicialmente aceptada y luego revocada sin justificación aparente. Las familias han denunciado falta de comunicación por parte de la administración escolar, y temor de que sus hijas enfrenten represalias si regresan al mismo entorno donde fueron violentamente atacadas.

El discurso de odio como combustible de la violencia real

Este caso ocurre en un contexto político donde la retórica antiislámica ha ganado terreno. Días antes del ataque, el gobernador de Texas, Greg Abbott, realizó declaraciones públicas en contra de la supuesta influencia de la ‘Ley Sharia’ en el estado. Activistas y académicos advierten que este tipo de mensajes políticos generan un clima de sospecha y discriminación que, eventualmente, se traduce en agresiones físicas en la vida cotidiana.

Desde CAIR-Houston, su director, William White, declaró que el ataque debe ser reconocido por lo que es: Un crimen de odio. Según su versión, las niñas fueron señaladas por su apariencia y su religión, y eso fue lo que motivó la agresión.

La urgencia de una respuesta institucional y comunitaria

Más allá de sancionar a los agresores —siete de ellos, según HISD, han recibido medidas disciplinarias—, se requiere una respuesta estructural y transparente que incluya investigaciones independientes, acompañamiento psicológico a las víctimas y protocolos de protección para estudiantes musulmanes en centros educativos.

El silencio o la indiferencia institucional puede ser interpretado como complicidad. El sistema escolar debe garantizar entornos seguros, inclusivos y libres de violencia para todos los estudiantes, sin importar su procedencia, religión o vestimenta.

La falsa idea de la «Liberación» de las mujeres musulmanas: Un acto de violencia y control

En muchos casos, se sostiene la ignorante creencia de que las mujeres musulmanas «se merecen» el trato violento y la discriminación, bajo la premisa de que están «acostumbradas» a la opresión por el uso del hiyab o su vivencia en sociedades conservadoras. Esta noción, profundamente errónea y peligrosa, ignora el hecho de que la decisión de usar el hijab debe ser personal y respetada.

El hijab es una elección para muchas mujeres musulmanas que lo usan como una forma de expresión religiosa, cultural y personal. En lugar de ser visto como una herramienta de opresión, para muchas es una manifestación de su identidad y su autonomía.

Arrancarles el hijab, como sucedió con las víctimas en Houston, no solo es una agresión física, sino un ataque directo a su libertad de elección. No se trata de una «liberación» de la mujer, sino de un acto de control, violencia y humillación. La verdadera liberación de las mujeres musulmanas radica en su derecho a decidir libremente cómo quieren vestirse, sin ser juzgadas, discriminadas ni agredidas.

El acto de imponer «liberación» de esta manera es una forma de intolerancia que niega la autonomía de las mujeres, y lo que realmente debemos defender es su derecho a tomar decisiones sobre su cuerpo y su identidad sin miedo a la violencia.

Para más noticias sobre la situación de las mujeres de Afganistán, da clic aquí.

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